domingo, 6 de octubre de 2013

6 de octubre

Bruno 

Fundador, hacia 1030 - 1101
Todo empezó en el funeral de un importante dignatario eclesiástico al que asistió el joven y brillante teólogo Bruno, canciller del arzobispo de Reims y descendiente de la noble familia Hardefust. Las cosas discurrían dentro de lo habitual y previsible hasta que al difunto se le dio por incorporarse en el féretro abierto y exclamar: “¡Me llaman ante el tribunal!”.
Naturalmente, todos huyeron despavoridos de la Iglesia.
Una vez reiniciada la ceremonia, el muerto volvió a incorporarse. “Soy juzgado con justicia”, declaró. Y de nuevo el pueblo, espantado, huyó detrás de los espantados religiosos.
Insistente, el arzobispo consiguió convencer a unos y otros de regresar al recinto, donde el muerto volvió a incorporarse una vez más para anunciar: “He sido condenado”.
La muchedumbre detuvo su carrera una vez salida del tempo. Bruno y seis de sus colegas, lo hicieron 600 kilómetros después, en el yermo montañoso de Grande Chartreuse, en las inmediaciones de Grenoble, donde abrazaron la vida monástica.
Un asombrado abad de Cluny describió la vida de Bruno y sus 
amigos de la siguiente manera: “Son los más pobres entre los monjes y su apariencia asusta a todo el mundo. Llevan un tosco hábito de penitencia, ayunan casi sin interrupción y comen sólo pan de moyuelo”. 
De la carne, no querían ni hablar, tampoco comían pescado, pero no por principios sino porque no podían comprarlo. Jueves y domingos hervían huevos y queso. Los martes y sábados, hierbas. El resto de la semana lo pasaban a pan y agua, y únicamente una vez al día, en el más estricto silencio, comunicándose mediante señas y enfrascados en el copiado de libros. 
Durante casi un milenio los libros fueron difundidos a través de las copias manuscritas realizadas por los monjes, en su mayor parte, iletrados. Al no saber leer ni escribir se limitaban a imitar signos incomprensibles, lo cual resultaba fundamental al momento de copiar textos prohibidos que hablasen de sexo, medicina interna y otras herejías. 
Su ejemplo cundió y en 1101, a la muerte de Bruno, el número de
monjes silenciosos abocados al copiado de libros era ya muy numeroso. Y el abrirse su tumba 400 años después, su cuerpo se encontraba todavía intacto. 
No obstante sus innumerables milagros, tantos que se prescindió de su canonización formal, no pudo evitar que en 1459 el orfebre alemán Johannes Gutenberg ideara la imprenta de tipos móviles.
Patrono de Colonia y los Estados Pontificios, es invocado contra la peste.
Comparte su día con María Francisca Gallo, a quien la intransigencia paterna le brindó el amor a la Pasión de Cristo y las brutalidades de sus hermanas hicieron de su santidad una creación colectiva.
Pasó a la inmortalidad el 6 de octubre de 1791, en Nápoles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario