20 de febrero
Jacinta
Vidente, m. 1920
Jacinta Marto,
su hermano Francisco y su prima Lucía, fueron los tres niños portugueses a
quienes, entre el
13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, les fue concedido el privilegio de ver a
la Virgen María
en el Cova de Iría, Fátima.
A partir de
entonces, todo cambiaría para ellos.
Mientras
cuidaban de las ovejas, Francisco dedicó sus días a la noble tarea de consolar
al Señor de los desengaños que le provocaba la especie humana. Con el firme propósito de hacer aquello que agradase a Dios,
evitaba cualquier clase de pecado y con apenas siete años de edad, comenzó a
aproximarse, frecuentemente al Sacramento de la Penitencia.
Jacinta, dos
años menor, se propuso rezar y sufrir de acuerdo con la
petición de la Inmaculada,
así como convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno,
cuya pavorosa visión tanto la había impresionado.
Los niños aceptaban el sufrimiento con alegría, y cuando les parecía
poco, se lo inflingían a sí mismos, llegando al extremo de llevar una cuerda ceñida
a la cintura que pronto les hizo brotar sangre, hasta que la Virgen en persona les mandó
que la aflojaran durante las noches.
A través de la Gracia
que había recibido y con la ayuda de la Virgen, Jacinta, tan ferviente en su amor a Dios,
fue consumida por una sed insaciable de
salvar a las pobres almas en peligro del infierno. La gloria de Dios, la
salvación de las almas, la importancia del Papa y de los sacerdotes, la
necesidad y el amor por los sacramentos, todo esto era de primer orden en su
vida.
Tenía una devoción muy profunda que la llevó a estar muy cerca
del Corazón Inmaculado de María,
mientras Francisco dirigía su amor al Sagrado Corazón de Jesús. Jacinta asistía a misa diariamente y
tenía un gran deseo de recibir a Jesús en la Santa Comunión en
reparación por los pobres pecadores. Nada la atraía más que el pasar el tiempo
en la Presencia Real
de Jesús Eucarístico. Decía con frecuencia, "¡Cuánto amo el estar aquí! ¡Es
tanto lo que le tengo que decir a Jesús!"
Con un celo inmenso, Jacinta se separaba de las cosas del mundo para
dar toda su atención a las cosas del cielo. Buscaba el silencio y la soledad
para darse a la contemplación. "Cuánto amo a nuestro Señor!" decía
Jacinta a Lucía, "¡A veces siento que tengo fuego en el corazón pero que
no me quema!"
Era una
bronconeumonía.
Su hermano
Francisco, que también había contraído la enfermedad, murió el 4 de abril, con una angelical sonrisa en los labios, sin un
gemido y casi sin expirar. No tenía aún once años.
Jacinta lo sobrevivió un año, no obstante habérsele declarado una pleuresía
purulenta, acompañada por otras complicaciones. Un día la Virgen le anunció que sería
en breve llevada al hospital, donde sufriría mucho. Y así ocurrió.
Luego de una temporada en un nosocomio de Vila Nova, donde fue
operada y le quitaron dos costillas, regresó a su hogar con una gran llaga en
el pecho, que pronto se le infectó, causándole aun mayores padecimientos.
El 20 de febrero de 1920, hacia las seis de la tarde, declaró que se
encontraba mal y pidió los últimos sacramentos. Esa noche hizo su última confesión
y rogó que le llevaran pronto el viático porque moriría en breve. El indolente sacerdote
no vio la urgencia y prometió llevársela al día siguiente, pero pocos minutos después,
la niña murió.
El Señor dejó
viva a Lucía para servir de testigo de la santidad de sus primos. Murió en
2005, sin pena ni gloria.
Tanto Jacinta como Francisco fueron trasladados al Santuario de Fátima.
Los milagros que formaron parte de sus vidas, también lo fueron de sus muertes.
Cuando abrieron el sepulcro de Francisco, advirtieron que el rosario que le
habían colocado sobre su pecho, estaba enredado entre los dedos de sus manos. Y
a Jacinta, cuando 15 años después de su muerte, la iban a trasladar hacia el
Santuario, encontraron que su cuerpo estaba incorrupto.
El 18 de abril de 1989, el Santo Padre, Juan Pablo II,
declaró Venerable a Jacinta y once años después, la beatificó, pero como
ejemplo para todos los niños del mundo, Dios ya la había hecho santa mucho
antes.
¡Felicidades a quienes llevan este nombre!