lunes, 30 de septiembre de 2013

1 de octubre

Remigio

Obispo, hacia 440 ‑ 535

Además de elocuencia y sabiduría, Remigio mostró desde lactante sus dotes para el milagro al curar a un ciego ungiéndolo con un chorro de leche materna. No obstante, su mayor hazaña fue convertir a los francos a la verdadera fe.
Ocurrió de la siguiente manera: la reina Clotilda era una católica devota y piadosa, pero no así su esposo Clodovico. En cierta oportunidad en que su reino se encontraba amenazado por los temibles alamanes, por oportunismo y consejo de Remigio, el rey se encomendó al Redentor, prometiendo convertirse al cristianismo si ganaba la batalla.
Contra lo esperado, Clodovico venció a los alamanes y fue bautizado junto a tres mil de sus seguidores el día de Navidad del 496. Durante la emotiva ceremonia un grupo de ángeles descendió para reemplazar las ranas, que hasta entonces adornaban la bandera de los francos, por la flor de lis, de ahí en más, emblema de la
nación francesa.
El rey premió a Remigio ofreciéndole las tierras que el santo pudiera recorrer mientras él dormía la siesta, que, casualmente, resultó ser muy larga. Fue así que Remigio quedó propietario de un gran solar en el que, entre otras cosas, había un molino. El molinero quiso impedir el paso del obispo, quien intentó apaciguarlo y preguntó: “¿Por qué no podemos tener el molino juntos?”
El molinero, que no consideraba razonable ceder la mitad de su molino a cambio de nada, se rehusó, pero al ver que las paletas comenzaban súbitamente a enloquecer, girando en dirección falsa, se arrepintió de su avaricia. Ya era tarde; el inflexible Remigio, a quien el molino le importaba bien poco, dijo escuetamente: “No será para ti ni para mí”. Y acto seguido la tierra se abrió en dos, tragándose al molino.
En otra ocasión nuestro santo predijo una gran hambruna y dispuso un granero en el pueblo. Campesinos borrachos, sin embargo, se burlaban de él e incendiaron el granero. Remigio acudió al lugar y mientras se calentaba las manos al fuego (hacía mucho frío) dijo distraídamente: “A partir de hoy, como castigo, todos los hombres de este pueblo y sus descendientes varones padecerán de hernia. Las mujeres y sus hijas y las hijas de sus hijas tendrán un bocio”. Y así sucedió.
San Remigio es venerado prácticamente en toda Francia, excepto en Reims.
Considerado el apóstol de los francos, es invocado contra las tentaciones del demonio, la indiferencia religiosa y la pusilanimidad. Se lo recomienda en casos de epidemia, fiebre o dolor de garganta.

domingo, 29 de septiembre de 2013

29 de septiembre

Miguel 

Arcángel
Entre los arcángeles, seres celestiales reveladores de los planes de Dios, Miguel es prácticamente el Comandante en Jefe. Ser majestuoso de tremendas alas color verde esmeralda, derrotó a Lucifer –ese ángel seductor de la raza humana que quiso parecerse a Dios–, y lo lanzó al infierno.
Desde la caída de Lucifer, Miguel no tiene rivales en la corte celestial y si bien no puede competir con el Maligno en lo que se refiere a influencia sobre los asuntos terrestres, ha tenido, desde su primigenia aparición a Moisés, descollantes intervenciones a lo largo de la historia de la humanidad. Y así como, en su papel de protector de Israel, derrotó él solo a un ejército asirio de más de ciento ochenta y cinco mil cuatrocientos trece guerreros, fue también responsable de la sensacional victoria
de Judas Macabeo y arrebató al demonio el cadáver de Moisés.
Ya en la era moderna continuó su combate eterno contra Satán inspirando a Juana de Arco, aterrorizó en Cornhill, Inglaterra, al grupo de trabajadores que construía la iglesia de San Miguel, dejando la marca de sus garras en las campanas, y llegó a ser muy popular luego de sus apariciones en los campos de batalla de Italia, Francia e Inglaterra y hasta piloteando un bombardero aliado durante la segunda guerra mundial.
Es sabido que la influencia de nuestro arcángel es tal que con su palabra puede obligar al propio Dios a revisar su juicio y así rescatar del infierno cualquier alma, razón por la que es mencionado en las misas a los fieles difuntos a fin de que conduzca el alma del muerto hacia la luz.
Lucifer sigue enfermo de envidia.
Patrono de Baviera, Inglaterra, Francia, los Estados Pontificios, Portugal y un centenar de localidades, es protector de los panaderos, banqueros, toneleros, inspectores de pesos y medidas, vidrieros, sombrereros, pintores, papeleros, técnicos de radio, barquilleros y carreteros, así como de los moribundos y las pobres almas del purgatorio.
Se lo invoca contra los rayos y los temporales, para una buena muerte y asiste con asombrosa eficacia a la prensa católica combatiente.


sábado, 28 de septiembre de 2013

28 de septiembre

Wenceslao



Duque y mártir, hacia 905 - 929
Hijo de Wratislao, duque de Bohemia, educado en la fe por su abuela santa Ludmila, Wenceslao resplandecía por sus virtudes cristianas, iluminando todo a su alrededor hasta que, desde las sombras del paganismo, su hermano Boleslao y su madre Drahomira lo apagaron en 929.
Mientras Dahormina fue a su vez apagada por Dios, que abrió la tierra bajo sus pies, el emperador Otón apagó a Boleslao y de paso a Bohemia, de ahí en más tributaria del Imperio.
Patrono de Bohemia, se asegura que está siempre listo para surgir de las montañas donde reposa para acudir en auxilio de su pueblo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

27 de septiembre

Cosme y Damián



Mártires, m. en 303

Hermanos gemelos oriundos de Arabia, médicos de profesión, cristianos por elección y enemigos del dinero, emigraron a Siria donde, además de atender en forma gratuita a sus pacientes, se aprovechaban de su ignorancia haciéndoles creer que los curaban mediante la señal de la cruz y no gracias a los medicamentos que les administraban. Ganaron muchos corazones y los convirtieron a Cristo, y eso es lo que importa.

Citados al tribunal por ejercicio ilegal de la religión, tras un suplicio en la hoguera que no les causó daño alguno, fueron ejecutados en forma más expeditiva.

Sin cabezas, son patronos de los médicos, farmacéuticos y dentistas y se los invoca contra las enfermedades glandulares, las epidemias, las úlceras y los humores malsanos.




jueves, 26 de septiembre de 2013

26 de septiembre

Cipriano de Antioquia 

Obispo y mártir, m. en 304 
La vida de Cipriano de Antioquia, irremisiblemente unida a la de santa Justina de Nicomedes, constituye una prueba irrefutable de que también los asesinos de niños tienen la oportunidad de acceder a altas dignidades dentro de la jerarquía eclesial, acto de contrición mediante.
Durante gran parte de su existencia Cipriano se abocó al estudio y la práctica de la magia negra, para lo que emprendía largos viajes a Egipto, Persia y la India, donde recibía enseñanzas de astrólogos y nigromantes, constituyéndose al cabo en una verdadera autoridad en materia de ciencias ocultas.
Su relación con los cristianos no era en absoluto ambigua: se mofaba de ellos con ferocidad, aprovechando la menor oportunidad para insultarlos con expresiones impías.
A fin de impresionar a sus numerosos seguidores, trabajaba con
todas las artes del engaño, la mentira, el fraude, la intriga y el homicidio. Así pues, mataba no pocas veces niños pequeños para que con su sangre los espíritus malignos se pusieran a su servicio. Trozaba los pequeños cuerpos, extirpando los corazones aún palpitantes y en las entrañas investigaba el futuro, vaticinándolo con tanta exactitud que era tenido como el mayor nigromante de Antioquia.
En aquella época vivía en la ciudad la noble doncella Justina. No obstante ser hija de un sacerdote pagano, se había convertido a la Verdadera Fe gracias a la influencia de un vecino cristiano. 
Su belleza distante le había granjeado muchos admiradores, destacándose entre ellos el ilustre y presumido Agladio, quien, al verse rechazado por la esquiva muchacha, fue a buscar ayuda en las artes demoníacas de Cipriano.
El nigromante prometió ayudarlo, pero quedó a su vez prendado de la belleza de Justina. Sin embargo, era un profesional, por lo que echó mano de todos sus recursos de manera tal que enjambres de espíritus malignos acosaron duramente a la virgen cristiana, quien con la señal de la cruz los obligaba a retroceder despavoridos.
La impotencia de sus espíritus conmovió a Cipriano. El temor a un poder superior y la desesperación que le provocaba el recuerdo de sus pasados delitos acabaron por desalentarlo. El sacerdote cristiano Eusebio, que lo halló transformado en una sombra de sí mismo, literalmente en un guiñapo, lo consoló y lo llevó consigo a los oficios divinos.
Los feligreses y el obispo apenas si dieron crédito a sus ojos
cuando el odiado mago apareció entre sus filas, pero Cipriano hizo un auto de fe quemando todos sus libros, inaugurando así lo que acabaría siendo una tradición largamente arraigada en la cultura occidental. Trascartón recibió el bautismo y fue tan famoso por su virtud como antes lo había sido por sus vicios.
O bien los cristianos no eran muy numerosos o Cipriano conservaba intactas sus dotes para la persuasión, ya que realizó una fulgurante carrera que en poco tiempo lo llevó desde el puesto de portero de la iglesia al de obispo de Antioquia.
Durante el gobierno de Dioclesiano, nuestro santo y su amiga y mentora santa Justina fueron detenidos, resistieron los más crueles suplicios y al fin fueron conjuntamente decapitados.
Sus restos fueron trasladados en secreto hasta Roma, donde actualmente descansan en la basílica de San Juan de Letrán.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

25 de septiembre

Georgia



Virgen, m. hacia 600

Poco se sabe de ella, excepto que los campesinos de Auvergne veneran su memoria desde que fue canonizada en forma harto inusual por una bandada de palomas. 

Ocurrió que la devota muchacha se había retirado de Clermont a un pequeño pueblo a fin de pasar su vida en oración sin ser fastidiada por hombres, actividades sociales ni tentaciones pecaminosas, hasta morir sin que se supiera que hubiera hecho nada más notable que rezar y rezar, como si fuera poco.

Luego de su muerte fue trasladada hasta su tierra natal en un solemne cortejo fúnebre, tal como solían ser trasladados todos los muertos, pero sucedió entonces que una inmensa bandada de palomas voló por encima del féretro, siguiéndolo hasta donde fuera que lo llevaran que, como no podía ser de otra manera, resultó ser el cementerio de la iglesia del lugar.

Las palomas se posaron entonces sobre el tejado del templo, esperando que terminara el oficio. Inmediatamente después alzaron
vuelo y desaparecieron en el cielo ante los azorados ojos de los campesinos, convencidos de que no se trataba de vulgares palomas sino de ángeles que querían dar fe de la santidad de la desconocida muchacha, la que, como no podía ser de otra manera, era virgen.

Desde entones se la invoca mucho el aniversario de su muerte y, por esas cosas de los distintos almanaques que nos ha dado el Señor, también los  15 de febrero y los 11 de marzo.

Comparte uno de sus días con Baldovino Eucarpio, Anacario y Cleofás, uno de los tantos judíos que simpatizaba con el movimiento desencadenado por Jesús que, desesperado por el fracaso del Gólgota, abrió su corazón al primer desconocido que lo acompañó hasta Emaús hasta que, en una posada, reconoció al Maestro en el momento en que el que repartía el pan y el vino, pero no en cualquier momento y como vulgar mesonero, sino por última vez.

Su mujer, una de las tantas María esposas de los tantos Cleofás de los Evangelios, acompañó a la Virgen la tarde en que Jesús fue crucificado, también por última vez. 
Se lo invoca repitiendo incesantemente, pero con mucha fe y dirigiéndose al Señor: “Te pedimos que la intercesión de san Cleofás venga en nuestra ayuda para que podamos vivir en el mundo de tal forma que nos sea permitido contemplar Tu gloria, ahora y en toda la eternidad, amén”

martes, 24 de septiembre de 2013

24 de septiembre

Herman el Contrahecho



Monje martirizado por Dios, 1013 - 1054
También llamado Hermannus Contractus, el conde Herman von Altshausen no sólo había nacido paralítico sino que todos sus miembros estaban tan deformados y entrecruzados que no se entendía cómo había podido aprender a escribir, ni nada, porque la de escribir era una de las tantas actividades para las que estaba particularmente incapacitado. Y en todo caso, de la que eventualmente podía llegar prescindir.
Cuando lo acostaban, ya no podía volver a incorporarse sin ayuda, ni siquiera girarse a un lado. Sólo en su silla portátil, de construcción especial, aunque rudimentaria y propia de la era pre-tecnotrónica, podía estarse en cuclillas y aun con mucha dificultad, pues así como estaba incapacitado para girarse de lado sobre la cama, con ayuda de la gravedad tenía una naotable capacidad para caer de la silla.
Debe decirse que, debido a un defecto de su faringe, tampoco podía articular sonidos comprensibles, de manera que tuvo que ser su influyente familia y no él mismo quien solicitara su ingreso en el monasterio de Richenau.
Sin embargo, todo cuando le faltaba en capacidad de movimiento y expresión, lo compensaba con una inteligencia inusual, que lo llevó a transformarse en uno de los más sobresalientes eruditos de su época. Escribió un Chronicon que recorría la historia europea desde la época de Jesús hasta la del primer kaiser de Alemania, así como tratados sobre matemáticas y astronomía, y él mismo, con sus deformes manos, construyó un astrolabio, instrumento por el que podía calcularse la posición de los astros. Poeta y compositor de
vuelo, aún hoy se cantan sus himnos Salve Regina y Alma redemptoris mater.
Insólitamente, puesto que no podía hablar, encorvado en su silla como ave de rapiña, formaba parte del coro benedictino y según se cuenta, cuando cantaba su voz se volvía tan clara que hacía olvidar sus deficiencias.
A los cuarenta y un años ya era un anciano, y cuando lo acometieron terribles punzadas en un costado, expiró tras comunicar a sus hermanos su anhelo de alcanzar un mundo imperecedero, en otro envase.

lunes, 23 de septiembre de 2013

23 de septiembre

Tecla 

Virgen y mártir, siglo I 
Tecla es la pionera de una moda que haría furor en el Imperio Romano durante los tres primeros siglos de nuestra era: así como en la actualidad las muchachas padecen de bulimia y anorexia debido a un tabú generalizado contra el exceso de peso, en aquellos viejos y más espirituales tiempos las doncellas sentían una enfermiza aversión al sexo, cuidaban de su virginidad con el celo con que hoy vigilan su silueta y se volvían a menudo víctimas de una sociedad que había hecho de la concupiscencia, el desenfreno y la glotonería su norma y razón de ser. Hablamos, claro está, de las vírgenes mártires.
Hija de prestigiosos paganos de Iconium, en el Asia Menor, Tecla era una muchacha de belleza poco común, excelentes dotes intelectuales y un temperamento apasionado que la haría presa fácil
del discurso de san Pablo, un hábil predicador aquejado de severas perturbaciones sexuales.
El apóstol pasó por Iconium hacia el año 45, convenció a Tecla de las ventajas y dignidad de la virginidad y acabó por bautizarla. Virgen y cristiana, a Tecla le faltaba apenas un paso para ingresar al santoral y lo dio rechazando al rico pretendiente con quien sus padres planeaban desposarla: jamás permitiría que un hombre tocara su cuerpo.
El novio se sintió ofendido y la denunció a las autoridades, quienes, tras determinar que no era lesbiana sino cristiana, la condenaron a servir de alimento de las fieras del circo. Roja de vergüenza, Tecla elevó los ojos al cielo cuando le arrancaron los vestidos y fue entregada desnuda a los
animales salvajes, pero, por extraño que parezca, leopardos, tigres y leones se sentaron a sus pies como corderos.
Los jueces, enfurecidos, la enviaron a la hoguera: salió tan ilesa de las llamas como del foso de serpientes al que la arrojaron a continuación.
Cuando después de estas pruebas milagrosamente superadas se vio al fin libre, halló de nuevo al apóstol Pablo y lo acompañó en sus viajes hasta que murió muchos años después al derrumbarse la cueva en la que hacía sus oraciones.
Patrona de los moribundos y las dactilógrafas, es invocada por quienes padecen trastornos oftalmológicos.

domingo, 22 de septiembre de 2013

22 de septiembre

Mauricio


Mártir, m. hacia 303
General romano que comandaba la Legión Tebaica, compuesta principalmente de soldados cristianos provenientes del Alto Egipto. Durante una campaña en la Galia, cuando el ejército acampó al pie de los Alpes para granjearse el favor de los dioses mediante los sacrificios de rigor, Mauricio se presentó ante el emperador Maximiano y en nombre de la Legión, dijo: “Nosotros, los cristianos, no participamos de la idolatría. Si nos ordenas luchar contra el enemigo, obedeceremos al instante y demostraremos nuestra fidelidad, no con sacrificios a dioses inexistentes, sino con nuestro valor y nuestro arrojo”.
Por toda respuesta, Maximiano ordenó diezmar la Legión: uno de cada diez hombres fue decapitado delante de sus compañeros.
Mauricio y sus ayudantes, Cándido y Euxperio, infundieron a todos
el valor necesario, y los legionarios se mantuvieron firmes en sus puestos, tras lo cual Mauricio presentóse ante el emperador para informarle que “Vimos correr la sangre humeante de nuestros hermanos, pero nuestra fidelidad hacia ti, emperador, no vacila. Nuestra vida y nuestro cuerpo te pertenecen, pero nuestra alma la hemos empeñado a Dios” y de inmediato todos los seis mil legionarios sobrevivientes fueron ejecutados.
Los dioses romanos han de haber quedado muy satisfechos por la hecatombe, pues al día siguiente Maximiano obtuvo una victoria aplastante sobre los galos.
Patronos de los ejércitos, los cuchilleros y los armeros, Mauricio y los legionarios tebanos son protectores de los niños enfermos y se los invoca contra la gota, las dolencias de oídos y la posesión por espíritus malignos.

sábado, 21 de septiembre de 2013

21 de septiembre

Mateo

Apóstol y evangelista
Como recaudador de impuestos al servicio del Imperio romano, Mateo era un exiliado entre los suyos y tenido, por judíos y gentiles, como un detestable extorsionador. Sin embargo, cuando el Señor, seguido de una multitud, pasó delante de su caseta de aduana y le dijo “Sígueme”, Mateo no sólo no le cobró el impuesto, sino que abandonó su remunerativo trabajo y se unió a Cristo como el octavo de sus discípulos.
Exultante, Mateo organizó un banquete al que invitó a muchos de sus antiguos compañeros de trabajo y a otros pecadores, así como a Jesús, quien asistió de buen grado. Los fariseos refunfuñaron por ello, mas Jesús rechazó sus quejas diciendo: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Ésta, al menos, fue la versión de Mateo.
Tras la muerte del Señor, la actividad de Mateo se concentró
primero en las inmediaciones de Judea y escribió su Evangelio en arameo –el idioma de Jesús– siguiendo sus precisas instrucciones.
Cuando los apóstoles se esparcieron por los cuatro puntos cardinales, a Mateo le tocó en suerte Etiopía, tierra a la que convirtió después de actuar allí como evangelizador durante treinta y tres años. El mismo rey Egipo se hizo bautizar junto con toda su familia y su séquito, y su propia hija, Ifigenia, fundaría un monasterio con otras doscientas doncellas.
A la muerte de Egipo ascendió al trono Hitarco, quien estaba descontroladamente enamorado de la casta princesa Ifigenia y ofreció a Mateo la mitad de su reino si lograba persuadirla de que se desposara con él. Por toda respuesta nuestro santo lo invitó a participar en la misa del domingo siguiente en la que Ifigenia y las doscientas doncellas estarían dispuestas a contraer matrimonio.
El rey pensó que Mateo oficiaría de alcahuete y se presentó en la iglesia lleno de expectativas. Entonces dijo el apóstol: “El matrimonio es algo tan puro que cualquiera que raptara a la esposa del rey merecería la pena de muerte” Y volviéndose hacia Hitarco, prosiguió: “Pero eso vale también para ti, rey ¿Cómo puedes atreverte a robarle la esposa a Aquél que es más poderoso que tú?”
Burlado en su buena fe, Hitarco abandonó la iglesia rugiendo de cólera y ordenó a un esbirro que matara a Mateo. El verdugo se precipitó sobre el altar y despenó al apóstol con un hacha.
Sin embargo, la historia tendría un final feliz.
No conforme con asesinar a uno de los más dilectos amigos del
Redentor, Hitarco hizo prender fuego al edificio donde vivían Ifigenia y las doscientas doncellas, pero las llamas ni rozaron la casa sino que saltaron hacia el palacio real, arrasándolo por completo. Sólo el soberano y su hijo escaparon al incendio, pero difícilmente pueda afirmarse que fuera “por milagro”, ya que más tarde el hijo se vio poseído por un espíritu tan maligno que le obligó a confesar ante el sepulcro del santo un crimen en el que no había tenido arte ni parte. El verdadero culpable, Hitarco, fue atacado por una lepra incurable y acabó sus días arrojándose sobre su propia espada, para escarmiento de todos aquellos que quieran arrebatarle una de sus esposas al Señor.

viernes, 20 de septiembre de 2013

20 de septiembre

Eustaquio


Mártir, siglo II

Jefe supremo de los ejércitos imperiales de Trajano, durante una caería corría tras de un ciervo hasta que en medio de la cornamenta del animal vio una luminosa cruz con la imagen de Cristo.
La incomprensible visión tuvo la propiedad de salvar la vida del ciervo y de transformar al invicto general Plácido en el penitente y desdichado Eustaquio.
De ahí en más y por la Gracia de Dios, la vida de Eustaquio fue una incesante serie de infortunios. Por empezar, cuando con su familia se dirigía hacia Egipto para escapar de los efectos de una terrible hambruna, a fin de cobrarse el viaje el capitán del barco se quedó con Teopista, la hermosa mujer de Eustaquio. Trascartón, una vez desembarcado, al atravesar un yermo sus hijos le fueron arrebatados por animales salvajes. Agobiado, se empleó como siervo de un  humilde y bruto campesino, hasta que acosado por sus enemigos el emperador Trajano envió a buscar a su antiguo general.
El espíritu patriótico de Eustaquio lo llevó a aceptar la comisión y, sin saber si agradecer a los dioses paganos o al Dios Verdadero, entre los soldados recién alistados encontró a sus dos hijos, a los que creía muertos y quienes de camino hacia el campamento militar habían descubierto en una humilde campesina nada menos que a su madre, seducida, abusada y abandonada por el capitán del barco.
Sin conseguir determinar si eran éstas buenas o malas noticias, en su antigua personalidad de Plácido, Eustaquio consiguió derrotar a los enemigos del Imperio, pero quiso en Señor que el emperador ya no fuese el decadente Trajano, a quien todo le daba igual, sino el ambicioso Adriano. Empeñado en aumentar las glorias del Imperio, Adriano decidió acabar con los cristianos, descubriendo que uno de ellos era, nada menos, que su general en jefe.
De ahí a la muerte de Eustaquio y toda su familia no había más que un paso. Abrasado dentro de un toro de bronce calentado al rojo vivo, su cuerpo salió de ahí incólume, pero muerto.
A partir del tan significativo papel que los animales jugaron en su vida se piensa en él como patrono de los cazadores, guardabosques y guardias forestales.
Suena tan contradictorio como incomprensible, pero tal fue el designio del Señor, que todo lo puede




jueves, 19 de septiembre de 2013

19 de septiembre

Genaro 

Obispo y mártir, m. hacia 305
Patrono de Nápoles, protector de los joyeros e invocado contra las erupciones cutáneas y volcánicas, a este obispo de Benavente, le tocó vivir en un tiempo impío, regido por la propensión al terror de los emperadores Dioclesiano y Maximiano. Los creyentes eran encarcelados a granel y Genaro hacía cuanto podía para animar a los perseguidos, cuidar de los castigados, consolar a los presos y sus familias y proveer de comida a los hambrientos.
Cierto día en que visitaba en la cárcel a algunos de sus amigos, se encontró cara a cara con Timoteo, el gobernador designado por Dioclesiano. Como todos los de su jerarquía social, Timoteo debía estar estragado por las grasas, el colesterol y otras incapacidades provocadas por los excesos. Era, además, arbitrario y antojadizo, propiamente un tarambana, y fue así que, por puro capricho, pretendió convertir a Genaro al paganismo. Nuestro santo se negó a semejante contrasentido, fue apresado y luego tirado a un horno ardiendo, del que salió ileso.
El milagro no conmovió al embrutecido Timoteo, quien ordenó que Genaro fuese arrojado a la arena del circo para que, junto con los cristianos a los que había pretendido consolar, sirviese para alimento de las fieras y solaz de los espectadores. Pero al ver que los leones y los tigres se negaban a devorar a Genaro, el voluble populacho comenzó a vivarlo, tanto a él como al Dios Verdadero.
Tomando cierta conciencia de lo que ocurría y temeroso de que el pueblo se levantase contra la autoridad, el gobernador ordenó que
Genaro fuese degollado en la plaza pública, lo que aconteció el año 305.
Según era costumbre, los fieles levantaron los restos de su cuerpo y recogieron la sangre en frascos de vidrio. De alguna oscura manera sabían que tarde o temprano se volverían reliquias.
Los restos se conservan actualmente en la cripta bajo el ábside principal de la catedral de Nápoles. Los frascos con su sangre seca, en cambio, se encuentran en el tabernáculo detrás del altar mayor. Cada año, para la fiesta de san Genaro, en cuanto los frascos son colocados cerca de la cabeza del santo, la sangre que contiene se vuelve líquida. Si por excepción el milagro alguna vez no tiene lugar, es señal de que una gran amenaza se cierne sobre la ciudad de Nápoles.
Las calamidades que se han abatido sobre Nápoles son tantas que hay quienes han comenzado a dudar de los atributos milagrosos de su santo patrono.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

18 de septiembre

José de Copertino 

Franciscano, 1603 – 1663

La llegada al mundo de este notable fraile tuvo lugar en el cobertizo de un jardín, donde su madre debió buscar refugio luego de ser desalojada del hogar a causa de las deudas contraídas por su marido.
Pobre, viuda y cargando con un niño inútil y canijo, era una mujer llena de resentimiento que aplicó a José el doloroso mote de “boccaperta”, debido a su costumbre de llevar permanentemente el belfo caído, como los imbéciles y los Borbones. Sin embargo, nuestro santo pudo mostrar sus cualidades ya desde pequeño, cuando durante la misa se sumía en éxtasis acompañados de levitaciones cada vez más frecuentes.
Luego de ser rechazado por los capuchinos, José consiguió ingresar como sirviente a la orden de los franciscanos, lo que lo emocionó tanto que envió a su madre su ropa interior completa asegurando que todo lo que le bastaba era su hábito. Esto podrá parecer una insignificancia, pero en tanto José seguía con su costumbre de
elevarse por los aires, debió provocarle algunos inconvenientes.
De acuerdo a sus biógrafos, existen más de cien vuelos atestiguados de san José de Copertino. Permanecer varios minutos suspendido sobre el altar mayor era para él cosa de todos los días y en cierta oportunidad ayudó a los trabajadores a colocar una gigantesca cruz sobre el campanario, donde luego permaneció durante varias horas.
Sobre sus levitaciones informó también el virrey de Nápoles, contando que en la iglesia de Asís, tras hacer una genuflexión ante el sagrario, José exclamó su habitual “¡Oh!” y con los brazos extendidos voló unos diez pasos largos hacia el altar para abrazar a la estatua de la Purísima, por quien sentía una especial devoción. Allí permaneció por espacio de cuatro credos, hasta que su superior lo llamó. José descendió volando otra vez al suelo y se alejó con timidez y en silencio.
Su don no era ordinario, ni siquiera para esos tiempos, circunstancia que unida a su costumbre de ejercerlo en medio de desasosegado llanto que de buenas a primera trocaba en carcajadas nerviosas, lo hacía ver un tanto sospechoso a los ojos de las autoridades.
Dos veces fue víctima de averiguaciones por parte de la Inquisición sin que se hallara en él herejía o falta de veracidad alguna, pero por precaución sus superiores lo fueron trasladando a monasterios cada vez más apartados. Su último destino fue Osimo, cerca de Ancona, donde rodeado de los otros hermanos, músicos como él, remontó su último vuelo.
Patrono de los astronautas, los zapateros remendones y los pilotos de guerra, se lo recomienda para la conversión de los pecadores muy obstinados.


martes, 17 de septiembre de 2013

17 de septiembre

Ariadna


Mártir, m. hacia el siglo III

Se sabe muy poco de esta joven esclava de Tertuliano: apenas que era cristiana, vivía en el Asia Menor y estaba segura de que la verdadera fe vence las dificultades. Pruebas al canto: en ocasión del cumpleaños del hijo de Tertuliano, tras negarse a romper su ayuno, el tribunal delante del cual la citaron no sólo no fue una dificultad sino que facilitó su tránsito hacia la santidad.
Comparte su día con Hildegarda, Lamberto, Pedro de Arbués y Columba, joven noble de Córdoba adoctrinada por san Eulogio, que se conservó virgen prometiéndose a Dios en el monasterio de Tabanos. No conforme con confesar su fe cristiana ante el juez y demás magistrados musulmanes, ofendió gravemente a Mahoma, por lo que fue degollada frente a las puertas del palacio. Sus restos descuartizados terminaron en el Guadalquivir, de donde su cuerpo fue rescatado intacto.

lunes, 16 de septiembre de 2013

16 de septiembre

Edita 

Monja, 961 ‑ 984

Edita era hija natural de san Edgar, en su vida terrenal, rey de Inglaterra. 
Antes de convertirse en santo, Edgar había intentado violar, aunque sin éxito, a santa Wulfilda y luego desfloró a santa Wulfrida, de lo que puede inferirse que, aunque concupiscente y depravado, Edgar se sentía irresistiblemente atraído por la santidad.

Deshonrada, Wulfrida se retiró al monasterio de Wilton llevando consigo el fruto de su pecado, la pequeña Edita, a la que educó en la religión y lejos del mundo.

Cuando ya era doncella, Edita, que había oído hablar de su padre, rechazó preventivamente su invitación de llevarla a la corte, hizo sus votos y se destacó por su gran humildad y sentido de la penitencia.

Su relación con el Redentor se caracterizaba por una especial devoción. Se santiguaba con el pulgar innumerables veces, no sólo sobre su frente sino también sobre la comida y la bebida, así como sobre toda clase de objetos domésticos.

Cuando asesinaron a su hermanastro, san Eduardo, Edita se santiguó, renunció al trono que le ofrecían y permaneció santiguándose junto a su madre en el monasterio. Utilizó su dote para ayudar a los pobres y construir una bonita iglesia, consagrada por san Dunstano a instancias de la propia Edita. Cuando en esa ocasión Dunstano advirtió la cantidad de veces que nuestra santa se santiguaba en la frente, exclamó: “Este dedo no se corromperá nunca”.

Mas tarde, durante la misa, el santo varón cayó de rodillas derramando amargas lágrimas de pesar. Al preguntársele qué le ocurría, respondió “Nuestra estrella luminosa, Edita, sólo permanecerá treinta y tres días entre nosotros”. Y así sucedió: a los treinta y tres días santa Edita abandonó este mundo sin haberlo conocido: jamás en su vida había puesto un pie fuera del monasterio.

Un mes después de su entierro, se le apareció a su madre y le declaró que con la ayuda de la cruz había vencido a Satanás. Y transcurridos trece años san Dunstano hizo exhumar sus restos comprobando que el dedo pulgar seguía intacto, santiguándose.

domingo, 15 de septiembre de 2013

15 de septiembre

Porfirio



Actor, m. hacia 362
Célebre actor de la corte de Bizancio, representaba ante Juliano (no por nada apodado El Apóstata) una comedia en las que se parodiaba a los cristianos, imitando un bautismo con ridículos ritos. De repente, una suerte de pánico escénico se apoderó de él, no pudo seguir actuando y en estentórea voz se proclamó cristiano.
Juliano pensó que había enloquecido, le sugirió tomarse un descanso y le pidió que cambiara de opinión, pero Porfirio, compenetrado con su personaje, se negó rotundamente.
Corresponde decir que llevó el acto hasta el final, cuando el hacha del verdugo cayó como un telón sobre su cuello.
Comparte su día con Aicardo, Apro, patrono de los porquerizos, Rolando, Emilio, Dolores, nombre que evoca los Gloriosos Dolores de la Virgen María, y Camilo Constanzo, primero estudiante, luego soldado y a sus veinte años ingresado en la compañía de Jesús, de quien el abate Dom Philipe Rouillard cuenta que, enviado a Japón, vio con sus propios ojos cómo el Emperador escogía la playa más bonita del país para hacerlo a la parrilla.

sábado, 14 de septiembre de 2013

14 de septiembre

Crescente


Niño y mártir, c. 303
Hijo de san Eutimo, noble romano martirizado en Perugia durante la persecución de Dioclesiano, Crescente fue decapitado a los once años de edad en la vía Salaria, a las afueras de Roma.
En el siglo XI, por disposición del obispo Antifredo, algunas de sus reliquias fueron transportadas a Siena, mientras que cinco siglos después, otras fueron trasladas a Tortosa, de suerte que, tras ser decapitado por los paganos, el niño mártir acabó siendo descuartizado por sus hermanos en la Fe. Tanto lo querían.
Otro Crescente fue un discípulo de san Pablo, quien, por razones que se desconocen, lo envió a morir a la Galia.
Comparte su día con Catalina de Génova quien, casada sin amor, hizo locuras durante cinco años hasta que Jesús le lavó el corazón con su propia sangre y la encaminó hacia los leprosos. Los besaba en sus llagas, lo que era visto como signo de santidad y no de chifladura.
¡Tiempos santos aquellos!

viernes, 13 de septiembre de 2013

13 de septiembre

Maurilio



Obispo,  453
Habiendo nacido en una rica familia de Milán, a los 20 años Maurilio abandonó riquezas y placer, se dirigió a las Galias y se puso bajo la dirección del ilustre y a la postre santo obispo de Tours, Martín. Ansioso de unir la vida monástica a la pastoral, se instaló más tarde en Chalons, donde fue sacerdote durante cuarenta años. Elegido obispo de Angers, gobernó su sede con virtud y prudencia durante otros treinta años, hasta morir nonagenario, sano de cuerpo y espíritu.
Durante su apostolado, los ritos paganos fueron mermando en todas las regiones del Loira debido al incontenible avance de la Fe. Así, por ejemplo, el  santo obispo tuvo la dicha de prender fuego a un bosque, lugar de fiestas paganas y morada de fieras salvajes, y en su lugar elevó una iglesia dedicada a la Virgen, donde los paganos siguieron celebrando sus fiestas, pero ahora en honor de la Purísima.
Estos son los datos; lo demás, fabulaciones de los hagiógrafos, que en su celo le atribuyeron asombrosos milagros, hasta el de haber parido un santo, aunque no literalmente. Sucedió así:
Cuando un joven agonizante solicitó al obispo los últimos sacramentos, Maurilio se demoró tanto que al llegar lo encontró muerto. Acongojado, abandonó su sede y huyó hacia las costas bretonas. A la orilla del mar se detuvo junto a una roca en la que escribió estas palabras: “Yo, Maurilio de Angers, pasé por aquí”. Después, tomó un barco y se trasladó a las islas británicas, pero al cruzar el canal, la llave de su catedral cayó accidentalmente al mar.
Entretanto, los fieles de Angers, entristecidos por haber perdido un obispo, con lo escasos que eran, se lanzaron en su búsqueda. Al ver la inscripción en la roca dedujeron que se había dirigido a Bretaña. Varios de los hombres tomaron una barca y mientras navegaban el canal, un pez se suicidó saltando a bordo. Grande fue la sorpresa al descubrirse en su vientre nada menos que la llave de la catedral de Angers.
Tras algunas investigaciones, encontraron a Maurilio trabajando como jardinero, y le rogaron que regresara a ocupar su sede.
“No podré regresar nunca a Angers”, explicó el obispo, “pues perdí la llave de mi iglesia”.
Pero cuando los fieles le mostraron la llave que habían encontrado en el vientre del pez, comprendió que hasta Dios mismo deseaba su regreso.
No bien llegó a Angers, se encaminó directamente a la tumba del joven que, por culpa suya, había muerto sin confesión. Lo llamó por su nombre y ¡milagro! el joven salió de la tumba vivo, en perfectas condiciones y sin el menor signo de descomposición, razón por la que se le dio un nuevo nombre, Renatus.
Renato, en francés René, quedó a morar junto a Maurilio y hasta lo sucedió en la sede episcopal de Angers.
Cuando en el año 905 el arcediano Arcanaldo dio a conocer esta historia consiguió que en el catálogo episcopal de la diócesis de Angers figurara un nuevo nombre, el de san Renato. Y una vez que se admitió la existencia de tan extraordinario personaje, al no aparecer por ninguna parte su tumba, cuatro siglos después el rey de Nápoles llevó desde Sorrento las reliquias de otro santo del mismo nombre, identificado, sin razón alguna, con el de Angers, que los obcecados franceses insisten en llamar René.

12 de septiembre

Guido


Peregrino, m. 1012

Campesino de Brabante al que de tanto tocar la campana los domingos y hacer la colecta, se le dio hacerse sacristán en una iglesia de Lacken, donde la cercanía con Bruselas lo tentó a hacerse comerciante de ultramar.
Habiendo invertido sus bienes en un buque, lo perdió todo durante una tempestad. O bien porque no tenía de qué ni dónde vivir o acaso en penitencia por su codicia, se le ocurrió caminar hacia Roma y Jerusalén.

Volvió tan cansado que se detuvo en Anderlecht, donde murió.

Enterrado como un vagabundo cualquiera, su santidad quedó demostrada cuando en su tumba empezaron a ocurrir numerosos milagros. 
La noticia se esparció, la devoción por el santo se hizo popular, sus reliquias se volvieron motivo de peregrinación y, así como lo ven, es hoy el santo más popular de Bélgica.

Protector de los linyeras, es patrono de los epilépticos, los sacristanes y los cocheros. Se lo invoca con singular éxito contra las convulsiones infantiles y los perros rabiosos.