19 de octubre
Fredesvinda
Abadesa, 680 ‑ 735
El rey Algar deseaba con poco piadoso ardor a
Fredesvinda, hija de un príncipe y por tradición obligada a acatar los
caprichos reales. Mas nuestra santa, que se había dedicado a Dios, rechazó de
plano las proposiciones del monarca, quien en consecuencia intentó tomarla por
la fuerza. Ella huyó, decidida a conservar su virtud, pero al toparse con el
río Támesis, su camino y su virginidad parecieron haber tocado a su fin. Sin
embargo, nunca está dicha la última palabra, especialmente cuando resta la de
Dios: un buey que acertaba a pasar por el lugar, le ofreció su lomo y la llevó
generosamente hasta la otra orilla.
Algar no cejaba en su persecución. Con un grupo de
secuaces seguía a pie las huellas de la muchacha. Cuando se encontraban a punto
de descubrirla, ella pronunció una súplica a la casta santa Catalina y al
instante Algar quedó ciego.
Más tarde, el soberano se arrepintió de su
comportamiento, de manera que Fredesvinda le devolvió la vista mediante otra
oración.
Ya en vida, se hizo evidente su santidad a través de
múltiples milagros. En una ocasión topó por el camino con un leproso. Tan
pronto como éste la divisó a lo lejos, le gritó: “¡En el nombre de Cristo,
bésame!”. La muchacha se le aproximó y, superando su repulsión a los
hombres o a los reyes, hizo la señal de la cruz y le estampó un cariñoso beso
en los labios purulentos. Poco después, las costras se desprendieron de la piel
del leproso y su carne se tornó sana y fresca como la de un niño. Las crónicas
no aclaran qué ocurrió con la de la santa.
Gracias por encontrar a mi santa cuánto tiempo la buscaba !
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