lunes, 21 de octubre de 2013

21 de octubre

Úrsula y las once mil vírgenes


Mártires, m. hacia 238, 386 o 453

Es la de la bella princesa bretona Úrsula una historia sorprendente que da acabada cuenta del poder de la Fe.
Prometida en casamiento a un poderoso y pagano príncipe inglés, ella puso condiciones: diez vírgenes inglesas, acompañadas cada una de mil castas asistentas, debían convertirse al cristianismo y marchar con ella en peregrinación a Roma. Además, los ingleses debían proveerle mil criadas (también vírgenes) para su servicio personal. Para sorpresa de Ursula, el príncipe aceptó.
Reunir semejante contingente no ha de haber sido tarea fácil, pero la voz había corrido más allá de las fronteras, y vírgenes de todos los países comenzaron a llegar a la corte britana. Una vez que todas se hubieran convertido a la Fe y pacientemente verificada su condición, Úrsula dio orden de partir.
El rumbo elegido resulta harto sospechoso, ya que en vez de ir
hacia el sur y entrar al Mediterráneo, las vírgenes zarparon rumbo al norte. Pero el piloto era nada menos que un ángel, y en apenas un día las llevó hasta Colonia.
En Colonia, el ángel informó secretamente a Úrsula del trágico final que el Señor había reservado a las vírgenes. Úrsula guardó el secreto, revelando la confidencia únicamente al papa Ciriaco. Pero eso ocurrió recién al día siguiente, en Roma, a la que llegaron en tiempo record después de remontar el Rin hasta Basilea y de ahí marchar un par de miles de kilómetros a pie hasta el Vaticano.
Ciriaco, quien sería eliminado de la lista de papas por “impulsivo”, decidió sumarse a la comitiva de vírgenes y sufrir con ellas el
martirio anunciado. Éste tuvo lugar cuando en el viaje de regreso encontraron Colonia asediada por un ejército de hunos. Ver a las once mil vírgenes y ponerse a aullar fue para los hunos un solo acto, mas las doncellas defendieron a brazo partido su inocencia y fueron salvajemente asesinadas en una matanza poco menos que espectacular.
De Ciriaco nada se sabe, pero es de presumir que también se resistió. Sólo Ursula salió ilesa: admirados de su hermosura, los hunos la habían reservado para su príncipe, quien figura en La Leyenda Dorada con el nombre de Julio, pero siendo huno debía llamarse de cualquier otra forma.
El huno intentó consolar a Úrsula de la muerte de sus compañeras
y, con engañosas palabras intentó hacerla suya. La santa rechazó enérgicamente la proposición, por lo que el huno sacó una flecha de su carcaj y la asesinó. Ocurrió entonces que, presa de un repentino pánico, la horda asiática emprendió la huída, salvándose así Colonia de una segura destrucción.
Los agradecidos habitantes dieron sepultura a los cuerpos de las mártires y erigieron una iglesia en ese mismo sitio.
Siempre existieron dudas respecto a la veracidad de esta edificante historia (la propia Leyenda Dorada no sabe si datarla en el año 258 o en el 452) pero en 1155 muchos miles de huesos fueron descubiertos en el sitio donde la masacre habría
tenido lugar. 
Debido al éxito con que veló por las muchachas a su cuidado, Ursula es venerada como protectora de las jóvenes estudiantes de las escuelas religiosas.
Se la invoca para un matrimonio favorable y una muerte bienaventurada. Su intervención es decisiva en casos de guerra, enfermedad infantil y penas del purgatorio.


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