viernes, 11 de octubre de 2013

11 de octubre

Gumaro


Soldado y anacoreta, m. hacia 774
Piadoso, rico y apuesto caballero de la corte de Pipino el Breve, casó con Gunimaria, una auténtica sex symbol de la época, que no tardó en manifestarse como la mujer más vanidosa, despótica y obstinada del reino de los francos.
Una vez que Gumaro se vio obligado a acompañar a Pipino en una larga y desastrosa campaña militar en Lombardía, Sajonia y Aquitania, ella llevó la administración de todos sus bienes. Orgullosa y altiva, incapaz del menor disimulo, trataba a las gentes sencillas como si fuesen animales de carga, las atormentaba con toda suerte de vejámenes y les cobraba tan alto arrendamiento que a los pobres trabajadores apenas si les quedaba pan y agua con qué subsistir.
Nueve años después, a su regreso, Gumaro perdonó las deudas de sus desdichados pobres y en una ocasión en que Gunimaria negó la bebida a un labrador a fin de que siguiera trabajando, Gumaro clavó su bastón en el suelo, haciendo brotar un manantial de agua, que, convertido en fuente, quedó como memoria y testimonio de su santidad.
Pero nada era suficiente para aplacar el carácter y la avaricia de
Gunimaria, y sin saber a qué santo encomendarse, tras batirse en retirada ante su cruel esposa, Gumaro fundó un monasterio en la localidad belga de Lier, dejándose conducir hacia la santidad por san Rumoldo de Malinas en una celda,  en las proximidades de Nivensdock.
Patrono de los leñadores y protector de los fabricantes de guantes, es invocado contra el matrimonio y las malas mujeres.
En la actualidad, una cerveza que lleva su nombre lo recuerda en Lier, donde, merced a su intercesión, ya nunca más nadie padeció de sed.

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