jueves, 17 de octubre de 2013

17 de octubre

Margarita María Alacoque 

Monja estigmatizada, 1647 – 1690 
La precocidad de Margarita María es casi inigualada, ya que cuando apenas contaba con dos años de edad Jesús se le apareció en una visión, abrió Su pecho, extrajo Su corazón y se lo mostró a la aterrorizada niña. La Sagrada Víscera llevaba alrededor una corona de espinas y de su interior crecía una cruz.
Más tarde, cuando todavía no había alcanzado a cumplir siete años, se sintió inspirada a hacer voto de castidad, sin siquiera tener la más remota idea de qué podía significar “voto” y, mucho menos, “castidad”.
Entre los ocho y los quince años permaneció postrada, víctima de una parálisis, posiblemente poliomielitis, de la que sanó merced a un milagro. Más tarde, luego de algunos coqueteos con jóvenes que, a su modo de ver, eran nada comparados con el Señor, ingresó al convento de las salesas de Paray-le-Mondial.
No obstante la estrecha relación de camaradería que estableció con
la hermana María Catalina, Cristo siguió visitándola por las noches, para abrir Su camisa y extraer Su corazón palpitante. En cierta oportunidad, Margarita se le ofreció y Él le extrajo el corazón, poniéndolo en Su propio pecho. Fue entonces que Margarita María sintió que su corazón se consumía como en un horno ardiendo. Luego Cristo lo sacó de nuevo como una llama, lo devolvió a su antiguo lugar y dijo: “Aunque cierro la herida de tu corazón, el dolor quedará para siempre. Hasta este instante has sido mi esclava, ahora te nombro mi discípula”
 El Señor también se quejaba de la humana desafección con estas palabras: “Los hombres reaccionan con frialdad y rechazo a mi
apasionado afán por hacerles el bien. Dame tú al menos una alegría reparando lo mejor que puedas tanta ingratitud”, encomendándole intervenir para que se introdujera en la liturgia la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
La Madre Superiora del convento no tomaba con mucha seriedad las visiones de la santa, y sus hermanas se mostraron bastante resentidas cuando Margarita María les informó que Jesús le había pedido personalmente a ella expiar los pecados de todas.
No conforme con esto, Margarita María empezó a ser llevada todas las noches por el propio Cristo a compartir la última cena, ocupando el lugar reservado a san Juan. Lógicamente, tal privilegio tenía que provocar los celos de la gente pequeña y mezquina. Un comité teológico, convocado ex profeso para juzgar la conducta y los dichos de nuestra santa, se expidió considerando que sus supuestas visiones eran engañosas.
Pero el Señor no abandonaría a Margarita María, procurándole,
antes de su muerte, una Gracia incomparable. Se aparecieron ante la extasiada monja las tres personas de la Trinidad. El Padre le dio los instrumentos del suplicio, el Espíritu Santo le anunció que la abrasaría con amor y Cristo la clavó en la cruz.Cuando Margarita María murió, ya poseía bien ganada fama de santidad y su congregación había comenzado a practicar el culto al Sagrado Corazón que ella había prescripto.
No se le conocen patronazgos, pero se recomienda su invocación en casos de poliomielitis.

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