sábado, 31 de agosto de 2013

31 de agosto

Ramón Nonato 

Protegido de Dios, m. 1240


Contra lo que puede pensarse, Ramón –del egipcio ra, “divinidad” y mon, protegido–, que significa “protegido por la divinidad”, no nació en El Cairo sino en el pueblo catalán de Portell. Recibió el apelativo de non natus (no nacido) pues al nacer estuvo a punto de no ver el cielo: su madre murió durante el trabajo de parto, antes de dar a luz. 
Luego de salir del útero 24 horas después, presumiblemente con ayuda del Señor o de la partera, Ramón pidió permiso a su padre para ingresar en la flamante orden monástica de los Mercedarios.
La santidad de Ramón era tan grande que a los dos o tres años había sucedido al fundador san Pedro Nolasco en el cargo de “redentor o rescatador de cautivos”.
Enviado a tierras de moros, cuando se le acabó el dinero que le habían dado para rescatar esclavos cristianos de manos del infiel, se ofreció como rehén a cambio de la libertad de ciertos esclavos cuya fe se encontraba en riesgo.
Lógicamente, el ofrecimiento de Ramón exasperó a los infieles, que podían ponerlo cautivo sin necesidad de liberar a nadie a cambio,
de lo que le hicieron una demostración práctica que incluyó crueles maltratos. Sin embargo, el funcionario principal advirtió que un santo vivo valía más que muerto, ya que podría obtener por él el correspondiente rescate.
Las torturas cesaron y Ramón fue autorizado a vagar por las calles consolando cautivos cristianos y convirtiendo a la fe a no pocos musulmanes. Semejante audacia conmovió al gobernador, que sin hesitar lo condenó a morir empalado, pero quienes estaban interesados en cobrar por su rescate consiguieron que se le conmutase la pena de muerte por la de flagelación.
En prueba de que la fe no sólo mueve montañas sino que también ciega, aun conciente del riesgo, Ramón continuó predicando el cristianismo a los infieles. El enfurecido gobernador ordenó entonces que fuese azotado en todas las esquinas de la ciudad y que se le perforasen los labios con un hierro candente, a fin de colocarle en la boca un candado, como si la palabra de Dios pudiese ser cerrada con un simple ingenio mecánico. 
En esa angustiosa situación pasó el santo ocho meses, hasta que san Pedro Nolasco pudo finalmente enviar  algunos miembros de su orden a rescatarlo.
Sin embargo, Ramón le había tomado el gusto a su situación y pretendía seguir asistiendo a los esclavos, aun impedido de predicar más que con murmullos incomprensibles, pero obedeció la orden de su superior, pidiendo al Señor que aceptase sus lágrimas, ya que no lo había considerado digno de derramar su sangre por las almas de sus prójimos.
A su regreso, en 1239 fue nombrado cardenal por Gregorio IX,
pero permaneció tan indiferente a ese honor que no había buscado, que no cambió ni sus vestidos, ni su pobre celda del convento de Barcelona, ni su manera de vivir, ignorándose qué hizo con el candado.
Como ejemplo de su inagotable magnanimidad, encontrando a un pobre transido de frío y con la cabeza descubierta, lo abrazó compasivo y, no teniendo nada para darle en aquel momento, le entregó su propio capelo cardenalicio, muy disgustado por no haber podido socorrerlo con mayor eficacia.
Llamado a Roma por Su Santidad, emprendió viaje, siempre muy humildemente, pero unas fuertes fiebres lo sorprendieron a pocos kilómetros de Barcelona. Quiso Dios que ahí muriera, el 31 de agosto de 1240, a los 36 años de edad. 
Por algún misterioso motivo se lo tiene por patrono de las parturientas y embarazadas.

viernes, 30 de agosto de 2013

30 de agosto

Rosa de Lima 

Virgen, 1586 ‑ 1617

Isabel de Santa María de Flores y Oliva nació en Lima, Perú, apenas cincuenta años después de la conquista española.

Ya desde pequeña comenzó a mostrar algunas aristas de su extravagancia de carácter al responder, de buenas a primeras, únicamente al nombre de Rosa. Su madre, que había visto sobre el rostro dormido de la niña una rosa de la más exquisita fragancia, le siguió la corriente, pero pronto se lamentaría de ello.

Con los años Rosa se transformó en una joven muy atractiva, lo que procuraba disimular frotándose las mejillas con ají picante e irritando sus labios con jugo de lima. Gracias a este ardid consiguió pasar desapercibida a los ojos de los jóvenes casaderos y a los dieciocho años ingresó en la tercera orden de santo Domingo.


Esta orden no impone a sus miembros la vida monacal, por lo que Rosa debió seguir padeciendo la cantinela materna, que se volvía día a día más cargante. Inmune a todo y habiendo tomado como modelo a la excéntrica Catalina de Siena, la joven peruana martirizaba su cuerpo con un ceñido cinturón de castidad y adornaba su cabeza con una diadema cuyo interior estaba forrado con clavos, para mejor imitar la corona de Cristo.

Sus frecuentes estados de éxtasis, durante los que veía al Redentor y escuchaba la voz de la Virgen, la hicieron blanco de burlas. Comprendiendo que avergonzaba a su madre, Rosa construyó una celda de madera en los fondos de la casa y durante los siguientes quince años vivió dedicada a la oración, las labores manuales y el cuidado de los enfermos, mientras imploraba le fuera permitido participar en el sufrimiento de Cristo más intensamente que punzándose la cabeza con clavos.

Sus deseos se vieron cumplidos cuando una gangrena interior comenzó a consumirla. En sus últimos días padeció una parálisis del lado izquierdo, y todos sus miembros, hasta la lengua, adquirieron una rigidez asombrosa. A ello se sumaron una pleuritis con supuración, cólicos nefríticos, espasmos de gota, ataques de apoplejía y una sed insaciable. Pero cuanto más se acercaba el fin, mayor era su alegría, hasta que dio el último suspiro con el Jesús en los labios. Su cuerpo sin vida irradió entonces una incomparable belleza.

Rosa había sido tomada en solfa por los limeños hasta el día en que, saliendo del éxtasis, anunció que mediante la oración acababa de salvar a Lima de un terremoto. En efecto, no se había producido ningún temblor de tierra, comprobándose entonces que nuestra santa había propiciado su primer milagro en vida.

Patrona de América, del Perú, las Filipinas y la provincia argentina de La Pampa, es protectora de los floristas y los jardineros.

A falta de sitio más firme al que agarrarse, se la invoca durante los terremotos.

jueves, 29 de agosto de 2013

29 de agosto

Sabina y Serapia



Mártires, m. en 119, 125 o vaya uno a saber cuándo.
Dama romana dedicada a la buena vida, a la muerte de su marido Sabina se encariñó con su esclava Serapia.
Serapia se diferenciaba del resto de la servidumbre, porque prescindía de adular a Sabina y aunque realizaba su rutinaria tarea con modestia, a puntualidad y a conciencia, soportaba sin chistar el de por sí injusto castigo que le propinaba Sabina en sus momentos de ocio. Es que Serapia era cristiana. Cuando se enteró, Sabina quiso saber más, y amante de las novedades como toda gran dama romana, sin indagar mucho al respecto, se hizo bautizar.
Lo que Sabina ignoraba era que, periódicamente, los cristianos eran perseguidos hasta la muerte, lo que volvió a ocurrir durante el reinado de Adriano, cuando la virgen Serapia fue apresada, torturada y entregada a los esbirros para que la deshonrasen, lo que fue oportunamente impedido por un grupo de ángeles.
Sabina acudió en su auxilio, deseando llevar cadenas como su amiga, pero los torturadores romanos eran gentes serias que, en atención a su clase, se abstuvieron de satisfacer sus deseos. Tuvo así que contemplar cómo Serapia era azotada con garrotes, quemada con antorchas y finalmente degollada.

Sabina sepultó a la mártir en el panteón familiar, lo que le valió un año de encierro, ser azotada con garrotes, quemada con antorchas y violada por los esbirros, sin que ningún grupo de ángeles acudiera en su auxilio ya que en su caso no había nada que preservar.
Antes de su martirio hizo donación de sus bienes al obispo. Se conserva en la que fuera su propiedad de Roma el nombre de su bienhechora y los frailes dominicos lo conservan todo.
Protectoras de las amas de casa y de los niños que tienen dificultades para aprender a caminar, Sabina y Serapia, juntas o por separado, son invocadas para el buen tiempo y resultan muy recomendables para detener el flujo de sangre.

miércoles, 28 de agosto de 2013

28 de agosto

Agustín 

Obispo y doctor de la Iglesia, 354 ‑ 430 
Resulta imposible exagerar la importancia de san Agustín en la historia y doctrina de la Iglesia Católica. Oriundo de Tagaste, al norte de África, este hijo de quien con el correr de los años devendría en santa Mónica y de un pagano millonario de nombre Patricio, pronto descolló por su talento poético y filosófico, que rivalizaba con su apego a la depravación. “Como el agua, herví a borbotones excitado por la fornicación”, confesaría años más tarde.
Con su amante y un pequeño niño, aparentemente hijo de ambos, Agustín se sumó a la secta de los maniqueos, pero luego, en Milán, sería convertido a la Fe por medio de las lágrimas de su angustiada madre y los sermones de san Ambrosio.
Agustín regresó al África, ya como obispo de Hipona, mostrándose en la teología tan incontinente como lo había sido en materia de sexo. Así, le debemos la doctrina de la predestinación que más tarde adoptaría con inimitable fanatismo su remoto discípulo Juan Calvino.

En sus abundantes escritos Agustín consigue demostrar que quienes no hayan recibido el bautismo –incluidos los niños y demás débiles mentales– arderán eternamente en los fuegos del infierno.
A él debemos también un conocimiento más profundo del pecado original legado por Adán y Eva, así como de su vía de contagio: el intercambio sexual.
Tanto en Oriente como Occidente fue considerado el intérprete más cabal de las Sagradas Escrituras. Llamado en su tiempo El martillo de los herejes, así se tratara de maniqueos, arrianos o académicos, se lo denominó más tarde Doctor de la Gracia.
Hombre de profunda sabiduría, nos ha legado máximas de este tenor: “Si has entendido, entonces lo que has entendido no es Dios”
Como le ocurrió a Job, al hombre le es imposible comprender las acciones del Señor. Es que Dios no puede ser reducido a una serie de respuestas inmediatas. Deseamos respuestas concretas, pero Dios nos habla de las Pléyades, los caballos salvajes y el granizo. Queremos un mapa de carreteras, pero Dios nos entrega en cambio una partitura musical. Necesitamos auxilio en nuestras dificultades, y Dios nos envía una receta de cocina.
Ay, Dios.

martes, 27 de agosto de 2013

27 de agosto

Mónica 

Viuda, 332-387

Nacida en el seno de una familia cristiana, aunque en el tórrido clima del norte de África, desde muy joven se aficionó al vino, que tomaba a escondidas cuando sus piadosos padres la enviaban a la bodega.
Impresionada en una ocasión al verse tildada de borracha por un simple esclavo, dejó de tomar, fue bautizada y se casó con pagano rico, mujeriego, irascible y jugador, aunque cabe pensar si el orden de los acontecimientos no habrá sido el inverso y que no haya dejado de tomar sino después de su enlace, o acaso nunca.
Durante 30 años sufrió su matrimonio en ejemplar estoicismo durante los que dio a luz a tres hijos, el mayor de los cuales la hizo sufrir aun más que su marido. 
Como es sabido, en aquella región del norte de África las personas eran sumamente agresivas, descollando entre ellas el esposo de Mónica que, sin embargo, jamás la sometía a malos tratos. Las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo,  uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Sabiamente, Mónica respondió: “Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Todo lo que me ordena lo obedezco y con todo lo que dice me muestro de acuerdo. Y puesto que para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues... no peleamos”.
Por menos que esto, cualquiera la hubiera canonizado, pero hubo más: cuando su esposo murió, Mónica tuvo que lidiar con su hijo mayor, el inteligente y pecador Agustín quien, como si el desenfreno no le fuera suficiente, no tuvo mejor ocurrencia que adoptar las creencias de la herejía maniquea, según la cual al mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Así, con el Jesús en la boca, Mónica hubo de escucharle argumentar falsedades contra la verdadera religión hasta que lo echó de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.
Mas ocurrió que en esos días Mónica soñó con un Ser resplandeciente que le decía “Tu hijo volverá contigo”, y de inmediato vio a Agustín junto a ella. Al contarle la visión a su hijo, el desalmado afirmó lleno de orgullo que eso significaba que se volvería maniquea, como él, a lo que, iluminada por la Fe, Mónica respondió: “En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre”.
Tan hábil respuesta impresionó tanto a Agustín que, considerándola una inspiración divina, con el tiempo acabó por abrazar la Verdadera Fe, volviéndose Doctor de la Iglesia, elegido obispo obispo de Hipona y haciéndose santo patrono de Maguncia, Pavía y Palermo y protector de los cerveceros, los impresores los cartoneros y los teólogos.
Mónica ya había conseguido todo cuanto anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo, y podía morir tranquila. Y sucedió que estando en una casa junto al mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las alegrías venideras cuando llegaran junto al Señor, Mónica exclamó con entusiasmo: “ No tendré que esperar mucho, pues ¿que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte católico, apostólico y romano”
Poco después fue invadida por la fiebre, que en pocos días se agravó hasta ocasionarle la muerte. Tenía 55 años de edad y había sufrido como si hubiera vivido cien.
Protectora de madres y mujeres en general, es invocada para saborear en paciencia, sumisión y felicidad todos los avatares de un matrimonio cristiano.

lunes, 26 de agosto de 2013

26 de agosto

Ireneo y Abundio 

Mártires, m. hacia 259
En tiempos de la persecución de Valeriano, Ireneo y Abundio recogieron el cadáver de santa Concordia (martirizada a latigazos hasta la muerte) que había sido arrojado a la cloaca pública. Descubiertos por los paganos, fueron ahogados en el mismo inmundo canal. Por la noche, el sacerdote Justino extrajo sus cuerpos del agua y los enterró en una gruta, junto a los del mártir Lorenzo. No se sabe qué fue de los restos de Concordia ni por qué Justino se abstuvo de enterrarlos. Tal vez no lo mereciera, ya que no tenemos más referencias de ella que la de haber sido quien con su muerte, provocó la de dos insignes cristianos.
Quien sí mereció su suerte fue el emperador Valeriano. Quiso el Señor que fuera hecho prisionero por los persas y entregado al rey Sapor, quien, entre otros usos viles, lo empleaba como banqueta para subir al caballo o apoyar los pies durante las audiencias.
Para mayor oprobio, quiso también el Señor que nadie exigiera la liberación de Valeriano, ni ofreciera rescate, ni nada. Fue como si jamás hubiese existido, y así murió miserablemente, en tierra extraña.
Banqueta mientras vivió, a su muerte le fue arrancada la piel que, teñida de rojo, fue expuesta como trofeo en el templo del sol.
El Señor, que es muy creativo y versátil, obra de múltiples y misteriosas maneras.

domingo, 25 de agosto de 2013

25 de agosto

Ebba la Mayor

Abadesa, m. entre 683 y 869 
Hermana de Oswy, el muy católico rey de Nortumbria, la sajona Ebba debía ser desposada con el rey de los escoceses, según un plan trazado por Oswy, quien así pretendía contar un aliado de confianza contra los paganos de Mercia. Sin embargo, Ebba rechazó con tenacidad todas las proposiciones y, de manos de san Finan de Lindisfarne, recibió el velo de esposa de Cristo.Resignado, Oswy le regaló tierras a orillas del río Dervent, donde Ebba hizo construir el monasterio de Ebchester y, más tarde, el monasterio mixto de Coldingham.
 Durante treinta años la princesa estuvo al frente de sus monjes y monjas, pero no siempre consiguió mantener el espíritu de celo y disciplina de la orden. Mujer de excepcional inteligencia, desde un punto de vista práctico era una abadesa muy ineficiente, tanto por razones de edad avanzada como por su tiempo dedicado a la oración. En cierta oportunidad, un piadoso sacerdote irlandés le hizo caer en la cuenta de las graves irregularidades que tenían lugar en las celdas del monasterio y, entre lágrimas, profetizó: “Todo lo grande y hermoso que se ha desarrollado en este lugar, pronto se convertirá en cenizas”.
Ebba protestó, pero el irlandés le confió que por la noche se le había aparecido un desconocido que tuvo a bien informarle que al inspeccionar los dormitorios y las camas no había hallado a nadie orando o aplicado al estudio, sino a holgazanes, frívolos, glotones y sexópatas que únicamente pensaban en maldades. Por esa razón el monasterio sería destruido y sus moradores castigados.
La abadesa se tomó la amonestación muy en serio e intentó cuanto estuvo a su mano para restablecer el orden y la disciplina. Sin embargo, luego de su muerte un gran incendio redujo a cenizas el monasterio y mató a todos sus ocupantes, prueba de la gravedad de los pecados que ahí se cometían.
El incendio provocó la desaparición de todas las pruebas posibles de su primitivo culto primitivo y tampoco se sabe por qué habría sido canonizada, a no ser que se la confunda con otra abadesa llamada Ebba que también dirigió un convento en Coldingham.
Cuando los brutales piratas daneses asolaban las costas de Bretaña, acercándose a la abadía, esta Ebba reunió a sus monjas. Les expuso la violencia de los bárbaros con tan conmovedoras palabras que en defensa de su virginidad todas se cortaron la nariz y el labio superior. Fue así que cuando los daneses irrumpieron en el monasterio huyeron despavoridos ante la visión de esas mujeres mutiladas de modo tan horrendo, pero luego recapacitaron, decidieron librar al mundo de semejantes monstruos y, tras volver sobre sus pasos, incendiaron la abadía. Santa Ebba y todas las monjas perecieron en las llamas, vírgenes.
Señora de los Imposibles, sus reliquias, encontradas en el siglo XI, se dividieron entre Durham y Coldingham y en consecuencia, aun sin saberse por qué, se la venera a lo largo de toda la frontera entre Escocia e Inglaterra.

sábado, 24 de agosto de 2013

24 de agosto

Bartolomé 

Apóstol

Se llamaba Natanael y, si bien el fresco de la capilla Sixtina no le hace justicia por ser el autorretrato del artista, Bartolomé agradó a Jesús por su natural alegre y dicharachero. 
Desde que san Juan contó sobre ese primer encuentro con el Maestro, no se sabe nada más de él, fuera de algunos rumores que lo hacen partir  hacia Armenia, Persia e India y traducir al hindú el Evangelio según Mateo.
Se dice que por destruir un ídolo fue desollado vivo, lo que lo hizo patrono de curtidores, carniceros, guanteros, sastres y encuadernadores. Tras el martirio, fue decapitado, lo que, curiosamente, no lo volvió patrono de los sombrereros ni de los fabricantes de peines y peinetas.
Al ver que los creyentes veneraban su cadáver, los paganos lo metieron en un ataúd de plomo que arrojaron al mar, pero el féretro no sólo no se hundió sino que navegó airosamente miles de kilómetros hasta la isla de Lípari, donde fue honrosamente sepultado.
Por razones que se desconocen, en el 831 piratas sarracenos que asolaban la isla abrieron el sepulcro y esparcieron sus huesos en el campo. Apenas se hubieron retirado, el fantasma de Bartolomé ordenó a un monje que los juntara. No le costó mucho, pues a diferencia de otras osamentas, los huesos del santo brillaban en la oscuridad de la noche, lo que tampoco lo ha hecho patrono de la radiactividad.
Útil para mitigar los efectos de las enfermedades nerviosas, se lo invoca contra las contracciones involuntarias.




viernes, 23 de agosto de 2013

23 de agosto

Felipe Benizi 

Servita, 1233 - 1285
Ardiente propagador de la orden de los servitas (siervos de María), había nacido en el seno de una noble familia de Florencai. De buena estampa, agregaba a sus dones naturales y heredados, los grados de doctor en medicina y en filosofía.
Un jueves de Pascua en que escuchaba misa en la iglesia de La Anunciata, recibió de Dios el encargo de subirse a un misterioso carruaje: “Acércate y sube a este carro”, le dijo la Voz, que tal vez no fuera la Voz propiamente dicha sino la voz del sacerdote evocando la historia de otro Felipe, discípulo de Jesús y diácono de la primitiva comunidad de Jerusalén, quien recibió de Dios Mismo el encargo de acercarse al carruaje de la reina de Etiopía e intentar convertirla a la fe católica.
Como sea, ni dentro ni fuera de la iglesia Felipe Benizi vio algún carro al que valiera la pena subirse, ni siquiera por amor a Dios. Pero después, en su casa, mientras oraba en éxtasis, como corresponde, tuvo una visión: vino a su encuentro la Mismísima Virgen, quien mostrándole el hábito negro de los servitas, le sonrió diciéndole: “Felipe, acércate y sube a este carro”.
Fue así que ingresó a la orden, donde realizó las más humildes tareas, hasta que, descubierta su identidad y sus conocimientos, fue finalmente elegido prior general.
Director espiritual de quien sería santa Juliana, sobrina de san Alejo y fundadora de la tercera orden de las Siervas de María, Felipe se encargó también de enviar a morir al lejano Oriente a los primeros mártires servitas.
Tantos fueron sus méritos que en algún momento se pensó en hacerlo arzobispo de Florencia y hasta papa. Ocultándose en una cueva (conocida hoy día como Grotta di San Filippo Benizi) dejó pasar el temporal y pudo retirarse a descansar a un humilde convento, donde pasó sus últimos días, orando y postrado ante la imagen de la Virgen María.
Falleció durante el ángelus vespertino de un 23 de agosto de 1285. Desde entonces, le oramos mucho y lo veneramos como al que más.

jueves, 22 de agosto de 2013

22 de agosto

Sinforiano

Mártir, m. hacia 178
Hijo adolescente del senador Fausto y de Augusta, una de las primeras matronas cristianas de Borgoña, fue martirizado por burlarse de un séquito que llevaba una estatua de Cibeles.
Diosa oriunda de Frigia, conocida como la Diosa Madre, la Gran Madre o la Madre de los Dioses, el poder de Cibeles se extendía sobre toda la naturaleza, cuya potencia vegetativa personificaba. Era honrada en las montañas de Asia Menor, desde donde su culto se extendió por todo el mundo helénico y más tarde, por el romano. Hasta las postrimerías del Imperio se celebró en su honor un rito orgiástico en cuyo transcurso los sacerdotes se castraban a sí mismos.
No es razonable mofarse de gentes dispuestas a llevar su fanatismo a tales extremos, pero decidido a demostrar que los cristianos no tenían nada que envidiarles, Sinforiano se inclinó de buen grado ante la espada mientras desde el público su madre lo exhortaba: “Sé valiente hasta el final. A nosotros, los cristianos, no nos pueden robar la vida, tan sólo pueden transformarla”.
Y de algún modo el verdugo se la transformó, haciéndolo santo.
Protector de los halconeros, es invocado contra la mutilación y la sequía.

miércoles, 21 de agosto de 2013

21 de agosto

Hombelina 

Monja, 1092-1141

Hermana menor de san Bernardo de Claraval, fue criada entre seis hermanos varones, de quienes no se diferenciaba en nada, o casi. Con ellos competía en los torneos. Con ellos corría tras la presa hasta lograrla. Con ellos montaba los mejores corceles y con ellos recorría las extensas tierras de sus padres. Pero, a diferencia de ellos, que uno a uno habían ido ingresando en la orden de Císter, Hombelina se casó con un hombre.

Así, mientras sus hermanos servían a Dios, ella llevó una vida de mundanidad y aparente alegría, secretamente horadada por la  insatisfacción. Es que ella quería hacer siempre lo que hacían sus hermanos. Y no pudiendo hacerse monje cisterciense se hizo monja benedictina en el convento de Jully-les-Nonnais, cerca de Troyes.

–Preveo que serás santa –le dijo un día Bernardo.

–¿Cuáles son las señales de esta santidad? –preguntó Hombelina.

–La primera de todas es que has conservado intacto el buen humor. Sigues siendo capaz de reírte de ti misma. Buena señal.

Y ella siguió riéndose de sí misma hasta que el Señor, que ríe último, la llevó a su lado.

Comparte su día con Apolinar, Balduino, Juana Francisca de Chantal, que amaba a todos, aunque muy especialmente a san Francisco de Salles, y Victoria Rasoamanarivo, princesa de Madagascar entregada como esposa a un militar sumamente violento. El matrimonio constituyó para ella un martirio cotidiano, al que consiguió sobrevivir, milagro que le valió ser beatificada por el papa Juan Pablo II en 1989.




martes, 20 de agosto de 2013

20 de agosto

Bernardo

Abad y doctor de la Iglesia, 1090 – 1153

Al morir su madre, el joven Bernardo, retoño de una noble familia de Borgoña, sufrió tan tremendo impacto que nunca más quiso tener alguna clase de vínculo con el sexo opuesto. Así, la emprendió a los gritos cuando una joven posadera, en cuyo hostal se había alojado, ardió en deseos de poseerlo; o se sumergía desnudo en agua helada si es que la atractiva figura de una mujer encendía su propia pasión.
 Este comportamiento, a la vez misógino y escandaloso, le creó los suficientes conflictos en su vida social como para que decidiese ingresar a la austera orden de Cister.
El abad pronto se percató de que, afectado por anemia, migrañas, gastritis, hipertensión y una acusada pérdida del sentido del gusto y de la memoria inmediata, Bernardo era un líder monástico en potencia y lo envió, junto a doce compañeros, al Valle de la Amargura, en Langres, así llamado a causa de los incesantes ilícitos cometidos por los bandoleros. La prédica de Bernardo logró convertir aquel paraje en un baluarte de la Fe, de manera que a partir de entonces pasó a llamarse Valle de la Luz (Clairvaux).
Pronto se instalaron en la localidad más de setecientos hermanos, atraídos por la fama de santidad de Bernardo, quien había sometido al espíritu hasta tal punto que no sabía lo que comía ni adónde iba. Así y todo, consiguió mediante su elocuencia apoyar la dudosa (pero a la postre triunfante) causa del papa Inocencio II contra el papa Anacleto II, en lo sucesivo conocido como “antipapa”.
Implacable en su celo religioso, Bernardo abandonaba con frecuencia su monasterio para combatir la herejía ahí donde ésta acechase. Absolutista, solía montar en cólera ante los infieles, aunque, influido por san Agustín, nunca dejó de lado a los pecadores y fue generoso con los vencidos, una vez vencidos. Al erudito Abelardo lo acusó de sutilezas, consiguió que fuera excomulgado e hizo quemar sus obras, pero se abstuvo de quemar su persona.
De su genio quedaron muchas obras escritas y un trabajo de orden místico sobre el Cantar de los Cantares en el que intentó demostrar que no versaba sobre sexo. Convencido como estaba de que el pecado original se trasmitía mediante la cópula, argumentó vehementemente contra la popular creencia en la virginidad de María, la Madre de Dios; su elocuencia era tanta que debido a ella (y a algún milagro) no acabó en la hoguera.
Asimismo, sostuvo que en cierta oportunidad María se apersonó en su celda y a fin de consolarlo durante un ocasional bloqueo creativo, lo amamantó de su sagrado pecho. 
A pesar de decir muy suelto de cuerpo esta clase de cosas, continuó persiguiendo herejes como si nada y se debe a su piedad, oración e incansable energía que san Luis de Francia encabezara la catastrófica empresa conocida como Segunda Cruzada, en la que perdieron la vida más de doscientos mil europeos y que sembró Medio Oriente de muerte, hambre y destrucción.
Afligido por las injustas críticas de que fue objeto, falleció, entre terribles dolores de estómago, con estas palabras, plenas de sabiduría y sentido común: “Ya es hora de que un árbol tan viejo e infructífero sea arrancado”.
No obstante su propia confesión, es tenido como el apóstol más grande de su siglo y ha entrado en la historia del cristianismo como Doctor Melifluo, lo que originalmente significa “del que fluye la miel”, aunque admite otras interpretaciones.
Patrono de Borgoña, Gibraltar y Liguria, es protector de los cistercienses, los apicultores, los cereros y las abejas.

lunes, 19 de agosto de 2013

19 de agosto

Sebaldo 

Peregrino, m. en 740.
Sebaldo procedía de Dacia, actual Rumania, y había vivido su juventud en París. Sus padres lo casaron con una piadosa doncella de buena familia, pero en la noche de bodas Sebaldo espetó a su joven esposa: “Hoy llevamos alhajas y mañana seremos pasto de los gusanos ¿Quieres verdaderamente renunciar a tu virginidad, el adorno de la eternidad y dar a luz hijos con dolor? ¿No sería mejor ponernos bajo la protección de san José?”

Curiosamente, quien huyó fue Sebaldo.

Con el tiempo, adquirió el don de obrar milagros, por lo que el papa lo envió a predicar en Alemania. Cerca de Ratisbona atravesó el Danubio sobre su manto y, una vez llegado a la ciudad, sin que nadie se lo pidiera, recompuso una copa que se había roto por casualidad. Trascartón, al bendecir a un hombre cuyos bueyes se habían extraviado, le hizo brillar tanto las manos que gracias a su esplendor, en la oscura noche, tras breve búsqueda, el hombre volvió a hallar su ganado. En otra ocasión, estando de camino vaya uno a saber a dónde, se hospedó en casa de una aldeana. Aterido de frío, pidió al ama de casa que echara algo de leña al fuego, pero la avarienta mujer hizo como que no escuchaba.

“Mujer , dijo entonces Sebaldo, si no quieres derrochar leña, recoge carámbanos y bolas de nieve y ponlos al fuego”.

Puesto que no le costaban un centavo, la descreída mujer recogió carámbanos y bolas de nieve, los echó al fuego y en el acto las llamas ardieron como si le hubieran echado leña seca y menuda. A partir de ese mismo instante, la avaricia de la aldeana se convirtió en generosidad, de ahí en más se abocó a ecar al fuego todos los arándanos y bolas de nieve que podía recoger hasta que murió congelada, para mayor gloria de Dios.

Patrono de Nuremberg, es invocado contra el frío.

Comparte el día con Magín, ermitaño en una cueva del monte Brufañaga, cerca de Tarragona. Cuando el pretor Daciano llegó a la localidad, abandonó su cueva para convencerlo de la verdadera fe. Al ser prendido por un grupo de cansados soldados romanos, en el torrente del Gayá hizo brotar unas fuentes para que aplacaran la sed. No le sirvió de mucho, pues fue de inmediato decapitado.

Quiso el Señor que de las salpicaduras de su sangre nacieran unas rosas que sólo se encuentran alrededor de la ermita. Quizá sean las rosas las que lo han hecho patrono de los enamorados, pero lo es más que nada de Tarragona.

domingo, 18 de agosto de 2013

18 de agosto

Agapito



Niño, m. hacia 275
“No y mil veces no, pues vuestros dioses son imágenes del demonio”, exclamó Agapito cuando el prefecto Antíaco le ordenó ofrecer incienso a los dioses.
En atención a su corta edad, Antíaco se limitó a ponerle algunos carbones encendidos sobre la cabeza, ante lo que, sin pronunciar una queja, Agapito dijo: “Una cabeza predestinada a llevar una corona en el cielo no debe temer llevar en la tierra aquello que quema y duele”
A continuación fue azotado hasta que todo su cuerpo era una sola herida y, una vez colgado de los pies sobre una hoguera, no tuvo mejor ocurrencia que decirle a Antíaco: “Todos pensarán que tu inteligencia se está desvaneciendo en humo”.
Nuevamente azotado, le echaron agua hirviendo en sus heridas. “¿Qué hacéis? –objetó el niño–. Os dijeron agua hirviendo, y ésta es muy agradable”.
 Hartos, los verdugos le destrozaron la mandíbula, con lo que, al ser echado a las fieras en el circo, ya no pudo irritarlas con alguno de sus comentarios ingeniosos, y por el momento salvó la vida.
Al ver que las fieras no le hacían daño, Antíaco mandó decapitarlo. Cuando la cabeza de Agapito rodaba por la arena, Antíaco cayó de la silla y se rompió la nuca.
Se ignora si el niño mártir propició otros milagros, pero vengarse de su torturador a la distancia parece haber sido suficiente para subirlo a los altares, rezarle mucho y encenderle cirios, aunque nunca incienso.
Las venerandas reliquias del valeroso niño fueron guardadas secretamente por algunos de los nuevos cristianos convertidos por su singular entereza. Cuando el emperador Constantino concedió la libertad a la Iglesia, quiso el Señor que fueran milagrosamente encontradas en el lugar que hoy se llama “La Quadrelle”, edificándose allí una basílica en honor del invicto mártir.
Protector de los niños enfermos y las embarazadas, es invocado contra los cólicos intestinales y comparte su día con Elena, madre del emperador Constantino, que pasó con él a Oriente donde, en momentos previos a la batalla de Saxa Rubra, vio el signo de la cruz dibujado en el cielo y vivió del recuerdo de este acontecimiento hasta el fin de sus días.

sábado, 17 de agosto de 2013

17 de agosto

Clara de Montefalco



Abadesa, hacia 1275 - 1308
Influida por el ejemplo de su hermana Giovanna, a los 6 años decidió llevar vida de ermitaña ingresando en la pequeña comunidad de las reclusinas. Dieciséis años después junto a Giovanna y a la multitud de jóvenes ermitañas que se apiñaban en la ermita de Montefalco, deciden hacer vida monástica, por lo que la ermita es consagrada como monasterio de agustinas descalzas.
Clara hizo los correspondientes votos de pobreza, castidad y obediencia y un año más tarde, luego de la muerte de Giovanna, fue elegida abadesa.
El año 1294 fue decisivo para la vida espiritual de Clara. En la celebración de la Epifanía, después de hacer una confesión general frente a las demás monjas, entró en un éxtasis que se prolongó durante varias semanas. Imposibilitada de comer, las religiosas la mantenían en base a agua azucarada. Fue entonces que regaló su corazón a su esposo celestial. Que Jesús lo aceptó, quedaría probado luego de la muerte de la joven abadesa.
En efecto, llevadas por la Fe, la curiosidad o el morbo, sus compañeras de monasterio abrieron el pecho del cadáver y extrajeron su gigantesco corazón, que había adquirido el tamaño de la cabeza de un niño. Lo cortaron al medio, y en las superficies del corte observaron repartidos los instrumentos de la Pasión: sobre la superficie se encontraba, en el centro, la imagen del crucificado, algo mayor que un pulgar de mujer, formada por tejidos cardiacos. La cabeza de Cristo está inclinada hacia el lado derecho, su cuerpo es blanco con excepción de una pequeña abertura en el costado derecho, de un rojo intenso; en el lado opuesto se entrelazaba una corona de pequeñas fibras densamente cubierta de espinas. En la parte inferior colgaban los tres clavos que al tacto parecían más duros que la carne. Debajo, yacía la lanza en posición oblicua, con la punta afilada y tan dura que al examinarla, al vicario general enviado por el obispo para verificar que no se trataba de un fraude, le pareció como la picadura de un aguijón. Finalmente, en otras partes se veía la esponja, el flagelo y la columna con las cuerdas. 
Incrédulos, herejes y escépticos deberán saber que el corazón y el cuerpo de Clara se mantienen incorruptos hasta la actualidad, aunque la piel de sus manos se ha oscurecido con el tiempo.
La víscera fue dispuesta para la veneración popular en la iglesia Santa Clara de Montefalco, donde su cuerpo, vestido con el hábito agustino, reposa bajo el altar mayor.
Recomendada para las enfermedades de los pies, numerosos testigos contaron que junto a su sepulcro han sanado muchos patizambos.

viernes, 16 de agosto de 2013

16 de agosto

Roque 

Mártir, 1293 ‑ 1327

Oriundo de Montpellier, Roque disfrutó de una saludable y alegre juventud, hasta que al cumplir veinte años quedó súbitamente huérfano. Impactado, obsequió todas sus propiedades entre los pobres y marchó en peregrinación a Roma, en ese entonces asolada por la peste. Conmovido por sus estragos, entró al hospital de Aquapendente para servir a los afectados y consiguió sanar a muchos. Su método terapéutico consistía en trazar la señal de la cruz sobre los enfermos, con asombrosos resultados.
Un día fue infectado por la peste y, no queriendo volverse una carga, se arrastró hasta un bosque cercano a fin de morir en soledad, pero fue pronto visitado por un perro. La noble bestia le llevaba cada día un trozo de pan que hurtaba de la mesa de su amo, quien comenzó a recelar de la extraña conducta de su mascota. Cierto día la siguió y grande fue su sorpresa al encontrar en el bosque a Roque, completamente recuperado.
El santo volvió a Montpellier, pero no sólo no fue reconocido sino que, acusado de espía, acabó en la cárcel municipal, donde languideció durante cinco años, asistido deficientemente por un ángel y no por el perro, hasta que murió de flaqueza.
Diversos milagros anunciaron a la gente de Montpellier que en la cárcel municipal había muerto un santo. Revisando el cadáver los alelados lugareños pudieron comprobar que era el de Roque, a quien reconocieron gracias a una marca en forma de cruz que éste llevaba en el pecho desde su nacimiento.
En 1656 la peste asolaba Frascati. Un día se descascaró la pared de la iglesia y salió a la luz un fresco que mostraba a san Roque junto a san Sebastián. El pueblo vio en ello una señal, encendió velas ante la imagen y a partir de ese día ya nadie murió de peste en esa localidad.
Las iniciales VSR (Viva San Roque) se tallaban en la mayoría de las puertas de Europa durante las epidemias como método infalible para evitar el contagio. Así y todo, tan sólo en ese continente, la pandemia acabó con más de 25 millones de católicos y entre 40 y 60 millones de herejes en Asia, dominada por el Islam, el budismo y otras creencias erróneas.
El culto a nuestro santo, que declinó a medida que la peste negra fue remitiendo, recobró popularidad gracias a las epidemias de cólera del siglo xix y, habida cuenta las condiciones sociales, ambientales y sanitarias del mundo moderno, todo hace presumir que volverá a cobrar énfasis en el siglo xxi.
Patrono de Frascati, Montpellier, Parma y Venecia, es protector de los médicos, farmacéuticos, cirujanos, jardineros, comerciantes de arte, enterradores y cardadores de lana, así como de los prisioneros, los hospitales y los amigos de los perros.
Se lo invoca contra el cólera, las epidemias, las dolencias de pies, los dolores en la rodilla, la sarna, la rabia y los accidentes.

jueves, 15 de agosto de 2013

15 de agosto

Napoleón 

Santo de efímera existencia nacido en 1805 por decisión del emperador de Francia, que no sólo llevaba su mismo nombre sino que había venido al mundo también un 15 de agosto, aunque de 1769.

Luego de no propiciar ningún milagro, murieron juntos en Santa Elena, dieciséis años después

Su día coincide con la celebración de la Asunción de María, momento en que no sólo el alma sino también el cuerpo de la Virgen ascendieron al Paraíso, donde, siendo el único alma en tener cuerpo, además de verse obligada a vencer constantemente la gravedad, es vista como una rareza.

Todo empezó cuando el arcángel Gabriel le dijo: “Ave, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo”. Más tarde fue Isabel quien le dijo: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”.

Y desde entonces todo el mundo le dice “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”.

miércoles, 14 de agosto de 2013

14 de agosto

Maximiliano María Kolbe 

Mártir, 1894 – 1941

Fraile franciscano de origen polaco, fue enviado por los nazis al campo de concentración de Auschwitz junto con decenas de miles de sus compatriotas. 
Cuando en una oportunidad, tras un intento de fuga, el comandante del campo seleccionó a diez prisioneros para morir, una de las víctimas comenzó a lamentarse e implorar misericordia. “Quisiera ocupar el puesto de ese hombre”, dijo sorpresivamente el prisionero 16670. 
Era fray Maximiliano Kolbe, quien pudo así comprobar que los nacional-socialistas no le negaban el martirio a nadie.
En los barracones de la muerte los condenados estaban tan desesperados de alimento y agua que bebían su propia orina. Cuando los guardias acudieron a retirar los cuerpos, comprobaron que nuestro santo permanecía vivo y continuaba alabando a Dios. En un acto de misericordia –porque los nazis eran también capaces de mostrar cierta filantropía–, los guardias aceleraron su muerte mediante una inyección de cianuro.
Luego de su canonización en 1982, Fray Kolbe inauguró una nueva clase de santos, la de los “mártires de la caridad”. 
Patrono de los dogadictos, es invocado contra el nacional-socialismo y protege de las tentaciones del cianuro y otras drogas ilegales.


martes, 13 de agosto de 2013

13 de agosto

Elena y Centola 

Mártires, m. hacia 304


La toledana Centola, hija de padres nobles y paganos, observó desde pequeña y por sus propios razonamientos, aunque presumiblemente con ayuda divina, la falsedad de la idolatría. Abrazó en secreto el cristianismo con todo lo que significa: oración, caridad, sacrificios, anuncio de Jesucristo. Cuando su padre intentó que volviera a la fe de sus mayores, huyó de su casa y tomó el camino del martirio, haciendo escala en la aldea de Soris, perteneciente a la diócesis de Burgos, donde fue alojada por la también cristiana Elena.
Además de no ocultar su fe, llevada por el fanatismo Centola la predicaba y convertía a muchos habitantes de la zona, razón de más para que fuera detenida por orden del prefecto Eglisio.
Hombre razonable, Eglisio intentó persuadirla de la conveniencia de hacer sacrificios a los dioses y todo eso que hacen los paganos, pero ante la terquedad de la joven, mandó que fuera estirada en el potro hasta escuchar cómo se descoyuntaban sus huesos. Irreductible, ella se burló de sus verdugos y los desafió a que probaran nuevos tormentos, lo que los verdugos hicieron de inmediato y sin la menor queja.
Dar órdenes que los rudos soldados romanos cumplían sin chistar no puede considerarse su primer milagro; éste vino después, luego de que le cortaran los pechos y fuera arrojada a un calabozo para morir desangrada. Es que Centola seguía predicando y atraía a numerosas mujeres de la localidad, quienes, apiadadas, trataban de convencerla de que abjurara de sus creencias. Tan sólo Elena la alentaba a perseverar.
Enterado Eglisio, mandó cortarle la lengua, pero aun sin lengua Centola siguió predicando y, más que hablar, profetizó que Elena también sería martirizada. Y así ocurrió.
De igual manera que cuando martirizaron a Centola, Elena la animaba a resistir, al tocarle el turno a Elena, fue Centola la que la animó, pero desde el cielo.
Si bien el obispado de Burgos celebra su día el 2 de agosto, el venerable Baronio las inscribió en su martirologio el 13 de agosto.
Comparten el día con la bella princesa Radegunda, que tenía mayor interés en Cristo que en su esposo Clotario y argumentaba impostergables necesidades fisiológicas para evitar el abrazo marital. Hasta que de tanto huir de su aposento terminó escapando del hogar y se unió a Él en santo matrimonio. Desde entonces ya no tuvo descomposturas y propició numerosos milagros.

lunes, 12 de agosto de 2013

12 de agosto

Clara de Asís 

Fundadora de las Clarisas, 1194 – 1253

Doncella de familia ilustre nacida en Asís, como Francisco, desde que decidió imitarlo en todo, sólo tuvo necesidad de Dios. Y de conocer a su ídolo. En cuanto consiguió hacerlo, se desprendió de todos sus bienes y vanidades personales, desde sus hermosas trenzas rubias hasta de sus vestidos. El propio Francisco le puso un hábito con aspecto de bolsa, ceñido a la cintura y la echó a andar por esas calles de Dios a mendigar por los pobres, aunque preventivamente le mandó internarse en un convento de monjas benedictinas.
La razonable indignación de la familia de Clara se volvió cólera cuando su hermana Inés, de tan sólo 14 años de edad, la siguió al monasterio donde se alojaba. Liderado por su tío Monaldo, un grupo de parientes se dirigió al monasterio para recobrar a Inés, que no sólo era mujer sino también menor de edad y, por ende, doblemente orate. Fue entonces que Clara propició su primer milagro, ya que súbitamente Inés se volvió tan pesada que los raptores no pudieron levantarla.
Para evitar nuevos intentos, Francisco llevó a las dos vírgenes a San Damián, creando así el primer monasterio franciscano de mujeres, y Clara elaboró una Regla para la orden que llevaría su nombre y no el de Inés. Es que, además de hacerles aumentar de peso en segundos,  Clara ejercía un influjo extraordinario sobre las personas. En cierta ocasión en que una horda de brutales sarracenos se había reunido para someter a sus acostumbrados horrores a las monjas de San Damián, llegando ya a escalar los muros y espiar por las ventanas, Clarisa, gravemente enferma, se hizo llevar en una camilla hasta la puerta. Y un misterioso temor se apoderó de los malhechores, empujándolos de inmediato a la fuga.
En sus últimas Navidades, siguió a la distancia, en una suerte de televisación sobrenatural, la misa del Gallo, en todos sus detalles, por lo que setecientos años después el papa Pío XII la nombró patrona de la televisión. Pero lo es también de los vidrieros y las lavanderas.
En su último instante alcanzó a suspirar: “Oh, Dios, seas bendito por haberme creado”.
Dios le explicó que además de a ella, había creado otro par de cosas. Pero la conserva a Su lado, de manera que podamos disponer de ella contra las dolencias oculares, la ceguera, la fiebre y la televisión.