sábado, 30 de noviembre de 2013

30 de noviembre

Andrés

Apóstol 

El pescador Andrés era hermano carnal de Pedro y, como él, a las palabras de Jesús, abandonó las redes, el trabajo y los peces. En adelante, se dedicaría a pescar hombres, algunos de los cuales, y por obra del santo, tienen la desdicha de ir luego a parar a manos de las solteronas.
Después de la ascensión, predicó el Evangelio en Grecia y en las tierras del Mar Negro, creyéndose –erróneamente– que llegó a predicar en la región de Kiev.
Cierta vez, la mujer de un asesino estaba embarazada y no quería dar a luz al niño, por lo que envió a su hermana al templo de Diana para pedir un hechizo. El demonio, que se vale de mil ardides para procurar el mal, habló por boca de la estatua de Diana y dijo: “Ve a Andrés, él te ayudará”.
La mujer fue en busca del apóstol y lo llevó ante su hermana. Andrés le dijo: “Engendraste con argucia y ahora has llamado al demonio. Pero si te arrepientes y crees en Cristo, recibirás ayuda”
Ella creyó, se arrepintió, dio a luz un niño muerto y todo su dolor se desvaneció, lo que vino a demostrar que el demonio estaba en lo cierto.
Andrés fue crucificado en la ciudad griega de Patrás, sobre una
cruz en forma de equis, luego de que convirtiera a la fe a Maximilla, la esposa del gobernador romano. Éste culpó al apóstol de que su ahora cristiana esposa ya no quisiera dormir con él. Resulta curioso, entonces, que Andrés sea objeto de culto de las solteronas.
Patrono de Alemania, Austria, Escocia, España, Grecia, Luxemburgo, Países Bajos, Prusia, Rusia y Sicilia, es protector de las y los abortistas, mineros, pescaderos, carniceros, cordeleros y aguaderos, de la orden del Toisón de Oro y de las solteronas, quienes en la noche del 30 de noviembre le piden un marido.
Es invocado en luchas y combates y resulta de suma utilidad contra la gota, el dolor de garganta y la esterilidad conyugal.

29 de noviembre

Saturnino

Mártir, m. hacia 250

También llamado Serenín, Sernin o Cernin, fue un misionero romano que predicó en las Galias, el Pirineo y la península Ibérica. Elegido primer obispo de Toulouse, al negarse a ofrecer cualquier sacrificio a Júpiter Capitolino que no fuera el Santo Sacrificio a Dios Nuestro Señor, fue atado a un toro que arrastró su cuerpo a lo largo de las escaleras del Capitolio y llevó su alma hasta el Paraíso.

jueves, 28 de noviembre de 2013

28 de noviembre

Jaime de la Marca 

Predicador volante, 1391‑1476

Franciscano italiano también llamado Domenico, Giacomo o Jacopo Gangala, predicó la paz entre cristianos y la guerra contra otomanos, bogomilos, husitas y fratichelli, lo que lo llevó por los caminos de Italia, Austria, Bosnia, Dalmacia, Croacia, Bosnia, Bohemia, Moravia, Silesia, Eslovenia, Alemania, Suecia, Dinamarca, Polonia y Hungría. Por todas partes fundó conventos, iglesias, hospitales, bibliotecas, montepíos, pozos y cisternas públicas.
Nombrado juez para arbitrar en el conflicto entre franciscanos conventuales y observantes, su decisión del 2 de febrero de 1456 disgustó a ambas partes por igual, lo que según se mire puede ser considerado prueba de justicia y equidad.
En De sanguine Christi effuse, uno de sus dieciocho libros, expuso la teoría de que la sangre que Cristo había perdido durante la Pasión no se había unido a su persona divina durante los tres días en que había permanecido enterrado y muerto. Esta opinión fue encontrada herética por el inquisidor Giacomo da Brescia, que lo citó en el tribunal; Jaime no acudió y, después de algunos requerimientos, apeló a la Santa Sede, que no llegó a pronunciarse, razón por la que aun se ignora qué pudo haber ocurrido con esa sangre.
Pasó los últimos 3 años de su vida en Nápoles, y fue enterrado en la iglesia franciscana de Santa María la Nueva, donde todavía es posible admirar su cuerpo incorrupto.
Beatificado por Urbano VIII en 1624, fue canonizado por Benedicto XIII en 1726.

27 de noviembre

Jaime el Interciso 

Mártir, m. hacia 420


Inducido por su esposa y su madre, desobedeció un decreto del rey Isdegerdo. Los funcionarios persas le cortaron un dedo tras otro, después las manos, los brazos, los pies, la nariz y el cuello, pero no pudieron cortarle la fe.

Su esposa y su madre quedaron impunes y heredaron sus bienes.

martes, 26 de noviembre de 2013

26 de noviembre

Genoveva 

Virgen, hacia 422 – 512 
Todo comenzó cuando en una ocasión en que reposaba en Nanterre, el obispo Germán reparó en Genoveva, una niña de siete años cuya futura santidad le fue revelada mediante iluminación divina. Se dirigió entonces a la pequeña y le preguntó “Hija mía ¿deseas convertirte en inmaculada esposa de Cristo”, una proposición ciertamente inadecuada para una niña. Pero nos hallamos en los albores de la Edad Media y Genoveva, sorprendida por la pregunta del obispo, respondió alegremente que ser santa era su más ardiente deseo y que en realidad no pensaba en otra cosa. Germán le dio una pequeña cruz de cobre, advirtiéndole que nunca llevara otra joya, ni oro, ni plata ni piedras preciosas, ni perlas; entonces se cumpliría su deseo.
Desde aquel día la niña no deseaba más que asistir a misa y recibir los sacramentos, impacientando a su madre, quien demasiado ocupada en los oficios terrestres, un día le dio un cachete. Lo pagó muy caro, pues le sobrevino una ceguera que duró veinte meses y que sólo desapareció después de lavarse los ojos con un agua que
Genoveva había bendecido mediante la señal de la cruz.
Tras la muerte de sus padres Genoveva llevó una vida sumamente retirada y de completa santidad, pero su virtud, si bien admirada por todos los piadosos, le granjeaba envidias. Fue calumniada como hechicera, estafadora, hipócrita y obscena, diciéndose que en secreto se entregaba a las más bajas perversiones.
Dos grandes milagros salvaron su honra. El primero tuvo lugar cuando Atila, el rey de los hunos, cayó sobre la Galia en el año 451, asesinando, incendiando y arrasando cuanto hallaba a su paso, y marchaba hacia París, cuyos habitantes quisieron huir. Pero Genoveva profetizó que la ciudad quedaría a salvo pues los hunos se dirigirían precisamente a la región a la que los parisinos querían escapar. Y así ocurrió.
Algún tiempo después, el franco Childerico puso sitio a la ciudad. El hambre exterminaba a los habitantes hasta que Genoveva partió en busca de alimentos, regresando con dos barcos cargados hasta los topes, evadiendo el bloqueo de los bárbaros. Y cuando éstos
finalmente entraron a la ciudad, fue Genoveva quien convenció a Childerico de que tratara a los vencidos con benevolencia, lo que también ocurrió.
A su muerte, fue sepultada en la iglesia que más adelante recibiría su nombre y desde la cual obraría incontables milagros.
Durante la Revolución Francesa, el féretro de plata en el que descansaba fue fundido y sus reliquias quemadas en un gran acto público. Los jacobinos también lo pagaron muy caro, ya que pronto Dios les envió a Napoleón y, por si esto no hubiera sido suficiente, más tarde restauró a los Borbones.
Patrona de París y de Francia, es protectora de las mujeres, los pastores, los sombrereros, los veleros y los viticultores, y puede ser invocada contra las dolencias oculares, la lepra, la viruela, la sequía y la peste.

lunes, 25 de noviembre de 2013

25 de noviembre

Catalina de Alejandría

Virgen y mártir, m. hacia 308 
Rica heredera de Alejandría, a los dieciocho años Catalina poseía una inconmensurable riqueza, un agudo entendimiento, gran cultura y una hermosura excepcional. En pocas palabras, tenía todo para ser feliz, pero cierta noche, en un sueño, se le apareció la Virgen María y le dijo: "Todavía no eres realmente bella porque no estás bautizada" a raíz de lo cual la doncella no vaciló en recibir el sacramento, menos traumático que una lipoaespiración.
A la noche siguiente del bautizo, María volvió a aparecérsele, esta vez con el niño Jesús en brazos. Sonriendo, Jesús le colocó en el dedo un anillo como señal de que se había convertido en su esposa. Cuando Catalina despertó vio el anillo en su dedo, descubriendo que, efectivamente, acababa de casarse con un niño, lo que la impactó hasta el punto de prometer eterna virginidad.
Un día, el emperador Maximino, enemigo acérrimo de los cristianos, visitó el templo de Alejandría, momento que Catalina aprovechó para reprocharle su idolatría. El emperador quedó muy asombrado por la temeridad de la muchacha, y no menos impresionado por su belleza, por lo que hizo reunir a cincuenta eruditos para que disputaran con ella por religión. Catalina habló en
forma tan conmovedora y persuasiva que los cincuenta filósofos reconocieron su derrota y se convirtieron ipso facto al cristianismo. Maximino reaccionó con furia y, en un rapto de lucidez, en vez incinerar sus libros, hizo directamente quemar a los filósofos.
Luego de dar cuenta de los eruditos, el emperador intentó persuadir a Catalina, valiéndose de halagos y adulaciones, mas todo fue inútil: nuestra santa estaba empecinada en tomar la senda del martirio. No había contado, eso sí, con que antes de torturarla le quitarían las ropas, lo que causó mayor suplicio a la casta doncella que los azotes que le dieron a continuación. Finalmente, los esbirros la libraron de la vergüenza rasgando su carne con peines de hierro durante más de dos horas y luego la arrojaron a una lóbrega mazmorra para que muriera de inanición. Sin embargo, un ángel habría de curar sus heridas, consolarla y suministrarle alimento y bebidas. 
Al cabo de doce días, Maximino acudió a la celda, hallando a la prisionera sana y salva y tan hermosa como siempre. Ha de haber
pensado que un auténtico milagro había tenido lugar, pues se abstuvo que castigar a los esbirros, optando en cambio por intentar persuadir a Catalina mediante toda suerte de promesas. Viendo cuán tozudamente ella se mantenía aferrada a su fe, el emperador hizo llevar una rueda con cuatro agudos clavos. 
Ya estaba la doncella sentada sobre la rueda cuando apareció un ángel y destrozó por completo los instrumentos de tortura.
El suceso impresionó a la corte completa y también a la emperatriz, a quien, váyase a saber con qué oscuros designios, Maximimo acostumbraba llevar a los suplicios. La emperatriz censuró a su esposo por su crueldad y se declaró cristiana. Esto era demasiado hasta para un emperador decadente y, presa de una ilimitada cólera, Maximino decapitó ahí mismo a su esposa. Y de paso, a Catalina.
Cuando la cabeza de la santa colgaba todavía del tronco, de la
herida fluyó leche en vez de sangre. Y para que manos profanas no deshonraran su cuerpo sin vida, unos ángeles la llevaron hasta el monte Sinaí, donde fue sepultada.
Años después, el emperador Justino hizo erigir sobre el sepulcro una magnífica iglesia que es hasta hoy un importante centro de peregrinación.
Patrona de los impresores, peluqueros, curtidores, molineros, notarios, filósofos, jurisconsultos y oradores, protege a los escolares, los cordeleros, los tratantes de paño, los científicos, así como a las doncellas y a las niñas.  
Es invocada cuando se padece migraña y resulta útil para combatir las enfermedades de la lengua y encontrar a los ahogados.
 

domingo, 24 de noviembre de 2013

24 de noviembre

Juan de la Cruz 

Reformador y doctor de la Iglesia, 1542 – 1591

Hijo de la viuda de un tejedor, Juan Yepes era un niño pequeño que no servía para ningún oficio. Todo lo que intentaba –carpintero, sastre, pintor, picapedrero– le salía mal. El director de un hospital lo tomó finalmente a su cargo, le dio una formación de enfermero y lo metió al colegio de los jesuitas con la esperanza de hacerlo capellán. Pero a la edad de dieciocho años Juan descubrió su vocación: monje carmelita.
La orden de los carmelitas atravesaba un momento de crisis, desgarrada entre la molicie de la ortodoxia y la insensata mística de una facción de fanáticos liderada por santa Teresa de Ávila. Ya por elección o fruto de la casualidad, Juan acabó enrolado en la rama ultra de la orden, recibió el sobrenombre de “de la Cruz” y conoció a Teresa, dando comienzo a una amistad espiritual que habría de perdurar mientras ambos vivieran.
El primer convento de carmelitas descalzos, en Durévalo, era una
casa de campo torcida y algo desmoronada. La celda que Juan compartía con el padre Antonio tenía el techo tan bajo que sólo podían permanecer echados o sentados. La gente de los alrededores no alcanzaba a comprender cómo hacían los monjes para subsistir, ya que rechazaban todas las comidas que les ofrecían. Esa era la vida que ellos querían vivir, los hacía felices y todo hubiera ido bien de haberse limitado al sufrimiento autoinflingido, absteniéndose de intentar imponerlo a los demás. Pero el amor a Dios es más fuerte que la razón y desoye los llamados de la prudencia. Pronto, santa Teresa había fundado el monasterio reformista de la Encarnación, donde Juan prestó servicios durante cinco años como confesor.
Los hostiles a la reforma tomaron como blanco de sus ataques no sólo a Teresa, sino también y sobre todo a Juan. Bajo falsas acusaciones, la asamblea de Toledo lo encerró durante nueve meses en un calabozo angosto y maloliente debajo de un tejado. Ahí permaneció desprotegido a merced del calor más insoportable y el frío más atroz, era azotado con frecuencia y le daban tan poco de comer que podría decirse que estaba prácticamente como en el convento.
Es en las penosas condiciones de su prisión en Toledo donde ve la luz su poema Noche oscura del alma, que, contrariamente a lo que podría esperarse, no trata de la depresión anímica sino del matrimonio místico entre el alma humana y Nuestro Señor.
Finalmente consiguió huir y buscó refugio en Andalucía.
Cuando Pío v y Gregorio xiii confirmaron la orden de los carmelitas descalzos de ambos sexos, Juan fue nombrado rector del colegio en Baeza y más tarde, en Granada, se convirtió en el inspirador espiritual de la orden, hasta que volvió a caer víctima de animosidades, se le denegó cualquier cargo y, no obstante su quebrantada salud, se dispuso su traslado a América.
No llegó a embarcar: un intenso ataque de fiebre y una peligrosa infección en la pierna obligaron a llevarlo al monasterio antirreformista de Úbeda, donde el prior –enemigo declarado suyo– dio por torturarlo, reprochándole ser motivo de gastos inútiles y
negándole cualquier clase de asistencia médica, mientras el cuerpo de Juan iba cubriéndose de llagas purulentas y sólo era capaz de cambiar de postura en el camastro asiéndose de una cuerda que pendía del techo.
En tanto, sus enemigos abrieron una investigación que inspiraba tanto temor que hasta sus amigos interrumpieron todo contacto con él, quemando incluso sus cartas. Luego de cuatro meses de atroz sufrimiento, nuestro santo fue al fin liberado por la muerte, a la que acogió alegre y pidiendo perdón al prior y a sus hermanos por todas las molestias que les había causado.
De no haber sido torturado y ultimado por sus propios hermanos en la Fe, sería considerado un mártir.
En la actualidad su cuerpo incorrupto descansa en Segovia.

sábado, 23 de noviembre de 2013

23 de noviembre

Clemente



Papa y mártir, m. hacia 100
Encontramos su nombre al pie de la epístola a los Corintios, en las palabras de agradecimiento de san Pablo, en la lista de los primeros obispos de Roma luego de Lino y Anacleto, en una iglesia romana, en una leyenda oriental en que hace brotar una fuente en medio de una plaza y finalmente arrojado al mar con un ancla al cuello.
Durante años sus restos se encontraban en una capilla submarina a la que era posible acceder una vez al año cada vez que el mar se retiraba ex profeso, lo que lo ha hecho patrono de los marmolistas, los barqueros y los marineros.
Se le reza mucho durante las tempestades, temporales y naufragios.

22 de noviembre

Cecilia



Virgen y mártir, m. entre 180 y 230
Cedió su casa de Roma para que los cristianos se ocultaran de sus perseguidores y celebraran sus ritos. Los romanos de su tiempo se lo retribuyeron cortándole la cabeza y los cristianos del siglo VI haciéndola protagonista de un novelón romántico de edificante mensaje según el cual, casada a la fuerza con el pagano Valerio, consiguió que su marido no sólo se convirtiera a la Fe sino que hasta respetara su virginidad. Denunciados por dar sepultura a los mártires de la persecución de Turco Almaquio, Valerio y su hermano Tiburcio fueron decapitados, mientras Cecilia habría agonizado durante tres días tras ser degollada por un verdugo extremadamente chapucero.
Varios siglos después, un malentendido basado en la traducción defectuosa de las actas de su martirio hizo patrona de los cantantes, organistas, violinistas, agrupaciones musicales, coros y orquestas.

jueves, 21 de noviembre de 2013

21 de noviembre

Columbano



Fundador, hacia 453 – 615

Gigante irlandés que mataba osos a puñetazos, huyendo de las mujeres se refugió en un convento y se hizo monje.
El 585, al frente de doce compañeros, partió hacia la Galia, donde fundó tres monasterios. Pronto se supo que cuando se internaba a pasear por el bosque, los pájaros y ardillas se aglomeraban a su alrededor, los lobos no lo agredían y, naturalmente,  los osos se apartaban a su paso. En el monasterio, en cambio, imponía el rigor y dirigía a sus monjes a garrotazos.
Se ensarzó en agrias y violentas disputas con los obispos locales a quienes trató de imponerles la fecha irlandesa de la fiesta de Pascua, aleccionando duramente al sumo pontífice, quien también se negó en redondo a celebrar en Roma la fecha de Pascua irlandesa.
Fue expulsado de la región debido a su insistencia en reprobar el
comercio sexual entre la reina Brunilda y su sobrino Teodorico y estuvo predicando en las inmediaciones del lago Constanza, hasta que hartó a los lugareños, que a su vez lo expulsaron a Bobbio.
Pasó sus últimos años en una cueva recóndita en la que instaló una capilla dedicada a la Virgen María. Un oso le oficiaba de monaguillo.
Recomendado en casos de inundaciones, no ha demostrado gran eficacia contra las enfermedades mentales.

20 de noviembre

Félix de Valois



Ermitaño, m. hacia 1212
Amigo de Juan de Mata, a quien habría ayudado en la creación de la orden de la Santísima Trinidad para la redención de los cautivos.
Según una tradición, murió en Cerfoid el 4 de noviembre de 1212, un año antes que Juan de Mata dejara de existir en Roma. Durante la Revolución francesa, tanto la iglesia como la casa y las tumbas quedaron saqueadas y destruidas.
Actualmente hay en el lugar una comunidad trinitaria pero de la tumba de Félix no se ha vuelto a saber nada. Es que en realidad Félix de Valois nunca existió más que en la imaginación de Juan de Mata y las leyendas de los trinitarios.
Si hubiera existido, es seguro que habría hecho muchísimas cosas, como fundar la orden de los trinitarios. O acaso otra.
Comparte su día con Edmundo, que gobernó un pequeño reino hecho a su medida, al este de Inglaterra, hasta que un buen día del año 870 los vikingos le cambiaron la corona por una aureola.

martes, 19 de noviembre de 2013

19 de noviembre

Isabel de Hungría

Viuda, 1207 – 1231
A la edad de cuatro años la princesa Isabel fue prometida en matrimonio al príncipe Luis de Turingia y desde entonces vivió en el castillo de sus suegros. Los príncipes se trataban uno al otro de “hermano” y “hermana”, no obstante lo cual, llegados a cierta edad, consumaron su matrimonio, y más de una vez.
Isabel dio a luz a tres hijos, pero siendo princesa tenía poco que hacer, dedicándose entonces a la caridad cristiana: ayudaba a pobres y enfermos y en cierta oportunidad acostó a un leproso en su lecho. Enterado el príncipe de que su esposa tenía un visitante secreto corrió hacia su alcoba, apartó las mantas y en vez del leproso encontró un crucifijo.
Si bien Luis compartía el ardor místico de Isabel, no ocurría lo propio con el resto de su familia. Cada vez que su esposo partía para hacer la guerra su suegra le volvía la vida imposible. Fue así que entre el ambiente hostil del castillo y su pulsión hacia la caridad, Isabel fue cayendo bajo la influencia de su confesor, Conrado de Marburgo, quien abusaría de ella física y mentalmente hasta el fin de sus días.
Era un sacerdote asceta y predicador de las cruzadas, que
simpatizaba con los monjes mendicantes, pero que había jurado eterna enemistad contra los herejes: “Antes quemar a cien inocentes que dejar libre a un hereje”, era su máxima.
La perversa relación entre alumno y discípula se acentuó a la muerte del príncipe Luis, que sumió a Isabel en la desesperación. “¡Muerto!¡Muerto!¡Muerto! ¡El mundo se ha muerto para mí!”, dicen que exclamó al recibir la noticia.
Pero el melodrama no acabó ahí: su cuñado, el príncipe Enrique, que ansiaba ocupar el trono cuanto antes, la expulsó del castillo junto con sus pequeños hijos, arrojándola al frío cortante del invierno; nadie se atrevió a acogerla, mucho menos los pobres por los que tanto había hecho.
Tras diversas calamidades se trasladó a Marburgo y ahí ingresó a la tercera orden de san Francisco, donde le cortaron los cabellos, se puso una cuerda a modo de cinturón sobre su tosco vestido gris y desde aquel momento fue siempre descalza. Para peor, Conrado estaba ahí.
En poder de Conrado, Isabel pronto se convirtió en un juguete en manos de un niño psicótico. El monje la trataba con inexorable severidad y a la más nimia desobediencia la castigaba sin piedad: tenía que desnudarse y era azotada hasta que le brotaba la sangre.
Conrado la privó también de sus sirvientas de confianza y la llevó a casa de dos mujeres, una de las cuales era brusca y de una fealdad repugnante; la otra era sorda y pérfida. Entre ambas le hicieron la vida tan imposible que hasta llegó a añorar a su suegra.
Cuando su padre, el rey de Hungría, vio el estado en que había caído su hija, se echó a llorar, rogándole que regresara a casa, pero ella se rehusó, prefiriendo el maltrato que recibía de Conrado, con el que, para algunos, sostenía un vínculo de naturaleza carnal.
Como sea, es evidente que la brutalidad de Conrado fue responsable de provocarle la muerte a la edad de veinticuatro años.
Conrado inició rápidamente el proceso de beatificación y dícese que vendió como reliquias muchas pertenencias de Isabel, así como su pelo y sus uñas.
Los esfuerzos del monje no fueron infructuosos, pudiéndose comprobar más de cien milagros obrados por la intercesión de Isabel, entre ellos, nueve resurrecciones. De este modo pudo ser canonizada apenas cuatro años después de su muerte.
Conrado fue asaltado al poco tiempo por unos caballeros vengativos y, aunque suplicó por su vida, lo mataron sin compasión. Este asesinato puso fin a la Inquisición en Alemania, aunque en los siglos venideros a Conrado no le faltarían imitadores en su terruño.
Patrona de Essen, Marburgo, Turingia, es protectora de los panaderos y los mendigos. Se la invoca contra las plagas.

18 de noviembre

Román de Antioquia



Mártir, m. hacia 303
Casi mil versos compuestos por Aurelio Prudencio a finales del siglo IV recuerdan en detalle el martirologio de este diácono de Antioquia, quien al ver que los cristianos obedecían las órdenes de los romanos, flaqueaban y empezaban a acercaban a las estatuas de los ídolos, los exhortó de viva voz a la resistencia.
No pudiendo silenciarlo, el torturador Asclepiades decidió cortarle la lengua, pero consiguió hacerlo callar recién cuando le cortó la cabeza.
Un niño de nombre Barula, que presenciaba el martirio, se puso a proclamar la divinidad de Cristo, por lo que fue torturado y decapitado de inmediato y ante su propia madre.
Si cada santo es una victoria de Cristo, dos, imagínense

17 de noviembre

Salomé de Cracovia


Abadesa, m. hacia 1268

Hija de un príncipe polaco, fue casada a los 3 años de edad con un reyezuelo húngaro, que apenas si la doblaba en edad. Como es natural, la niña conservó voto de castidad hasta entrada la madurez y cuando los tártaros la hicieron viuda, contrajo segundas nupcias con un convento de clarisas, siempre casta.

Comparte su día con Hilda, Aniano, Gregorio Taumaturgo, Juan del Castillo, Alfeo de Cesárea, Lázaro de Constantinopla, Zaqueo de Cesárea y los hermanos Aclisco y Victoria, martirizados por los sarracenos en la ciudad de Córdoba, de la que son patronos.

sábado, 16 de noviembre de 2013

16 de noviembre

Edmundo


Arzobispo, hacia 1180-1240
Como canónigo y tesorero de la catedral de Salisbury, a pedido de Su Santidad Gregorio IX bregó en apoyo de la segunda cruzada contra los sarracenos con tal éxito que hasta los pecadores se convirtieron e hicieron grandes donaciones para la liberación de Tierra Santa.
Elegido por unanimidad arzobispo de Canterbury, luchó denodadamente contra el vicio, la compraventa de cargos honoríficos y la depravación de las costumbres, tomando especial interés en cuidar de muchachas jóvenes sin medios, para las que fundó una institución especializada.
Su fama ejemplar llegó a Roma cuando una hermosa dama de sociedad se enamoró de él. Edmundo resistió a la extraordinaria belleza de la joven y a todas sus artes puestas al servicio del pecado, pero finalmente tuvo que recurrir a una artimaña.
Fingiendo ceder al acoso, la invitó a su cuarto. Una vez ahí, la incitó a desnudarse y cuando ella estuvo lista, en lugar de quitarse las ropas y echársele encima, tomó un látigo y la azotó hasta hacerle brotar la sangre. Aun mucho después podían verse las estrías hinchadas en la delicada piel de la muchacha, que nunca más volvió a meterse desnuda en el cuarto de un cura.
Perseguido por oponerse a una medida impositiva de Enrique III, falleció en Francia en 1240.
Comparte su día con la mística Gertrudis de Helfta, quien entró un día a un convento de Sajonia, donde la liturgia y las oraciones le revelaron su inmenso amor a Cristo. Conocida también como Gertrudis la Grande o Gertrudis Magna, sólo se supo fehacientemente de ella la fecha de su nacimiento: 6 de enero de 1256

viernes, 15 de noviembre de 2013

15 de noviembre

Alberto Magno

Doctor de la Iglesia y obispo, 1193 ‑ 1280

Santo patrono de los científicos, el apodo de Alberto, “El Grande”, podía sonar irónico a los herejes, apostatas y paganos, pero cabe presumir que sus contemporáneos se lo dieron por sus innegables dotes de pensador y científico y no por su estatura.
Nacido de familia noble, en Lauingen, Suabia, en 1193, ingresó a la orden de los dominicos recién treinta años más tarde. Era prácticamente un enano, lo que es fácil de deducir del modo en que fue presentado al papa, quien no habiéndolo visto nunca antes dijo con afabilidad: “Levántate”.
“Señor papa, ya estoy de pie”, respondió Alberto.
Enano y todo, no fue discriminado por sus piadosos hermanos ni por sus discípulos, entre quienes se contaba nada menos que Tomás
de Aquino. Fue precisamente Alberto quien introdujo a Tomás en el conocimiento de Aristóteles y en la inusitada versación sobre la naturaleza femenina de que haría gala el Santo de Aquino.
Por su inconmensurable saber en todos los campos de la teología, la filosofía y las ciencias naturales, Alberto recibió el título de Doctor Universalis, siendo un detalle menor que todas sus teorías estuvieran equivocadas.
Especial admiración, aunque también recelo y temor, despertaban sus estudios de las ciencias ocultas. Se creía que podía cambiar el curso de las estaciones y ordenar al demonio que construyese puentes o lo trasportara a él por los aires. Pero en su lecho de agonía, el propio Alberto rehusó haber sido nigromante y pidió que al tercer día después de su muerte, abrieran su tumba. Así sucedió, y no lo hallaron tendido como a cualquier cadáver que se precie, sino orando en su sarcógafo. Podría decirse que si Alberto no sucumbió a la Inquisición fue porque pertenecía a la orden de los dominicos, que eran, precisamente, quienes la lideraban.
Su misoginia fue exacerbada, pero científica: llamaba “hombres incompletos” a las mujeres y sostenía que eran menos morales por tener mayor proporción de agua en el cuerpo. Para Alberto, el trasiego sexual era antinatural (en tanto el hombre copulaba con una bestia) y provocaba debilidad, hedor, calvicie y achicamiento del cerebro. Pero no hablaba por hablar: era de público conocimiento que durante años se vistió de mujer a fin de poder investigar la constitución y las enfermedades del cuerpo femenino.
Dos años antes de morir, perdió la memoria y sus conocimientos se borraron como se borra lo escrito con tiza mediante un borrador; entonces declaró que no podría hacerse responsable de lo que expresase de ahí en adelante. Algunos maledicentes opinaron entonces que de tanto travestirse Alberto se había convertido en una auténtica mujer. No obstante no ser eso verdad, no fue canonizado ni hecho Doctor de la Iglesia sino hasta 1931, casi setecientos años después de su muerte, cuando ya nadie se acordaba de él ni de sus peculiares costumbres.

14 de noviembre

Felipe

Apóstol

A través del estudio apasionado y sistemático de la ley mosaica y la vida de los profetas, este piadoso pescador de Betsaida descubrió que el carpintero de Nazaret que pasó predicando por la puerta de su casa no era otro que el Mesías.

Asistió a las bodas de Canaan, fue admitido entre los doce discípulos y fue quien durante la última cena dio ocasión para que el Salvador se explayara acerca de su postura respecto a Dios Padre.

“¡Muéstranos a tu padre!”, pidió Felipe.

Jesús respondió: “Quien me ve a mí, ve también al padre, pues yo soy el padre y el padre está en mí”.

Y todos quedaron muy satisfechos.

A Felipe le tocó predicar en Frigia, donde convirtió a un gran
número de paganos, impresionados por su habilidad para domar víboras con una cruz. Ya muy anciano, fue encarcelado a causa de su fe, azotado y clavado a la cruz con la cabeza hacia abajo. Cuando quisieron descolgarlo todavía con vida, rogó que lo dejaran morir en el madero. El deseo le fue concedido, pero se aceleró piadosamente su fin a pedradas y garrotazos.

Sus reliquias descansan en la iglesia de los Doce Apóstoles en Roma, aunque un hueso de su brazo derecho se encuentra en Florencia

Patrono de los sombrereros y tenderos, protege en forma especial a los fabricantes de empanadas de hojaldre.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

13 de noviembre

Mauro



Abad, 510 – 584
En momentos en que un joven monje del monasterio de Nursia había caído al agua, Benito envió a Mauro a rescatarlo. Mauro lo hizo sin vacilar y corrió por sobre el río como si se tratara de tierra fresca.
Si bien Benito se lo atribuyó con estas palabras cargadas de falsa modestia, “No es mérito mío sino el premio por tu obediencia”, el prodigio fue tenido como el primer milagro propiciado por Mauro.
Cuando tiempo después pidieron a Benito que dispusiera algunos monjes para fundar monasterios en los peligros de la Galia, inmediatamente pensó en Mauro, quien partió al frente de cuatro compañeros, sanando en el camino a varios enfermos con una astilla de la santa cruz que Benito había tenido a bien entregarle
en un relicario.
Durante cuarenta años estuvo Mauro al frente del monasterio de Glanfeuil, que más tarde recibió su nombre, Saint Maur-sur-Loire, cuarenta años que fueron un único suplicio al tratar en vano de que la corrompida nobleza franca cambiara su compulsión por el
fratricidio, el incesto, el perjurio, el erotismo, la concupiscencia, la poligamia y la superstición. Mas todo fue en vano y los nobles no sólo le pedían consejo y mediación en casos de conflicto, sino que eran muchos quienes le confiaban sus hijos para que los educara en el fratricidio, el incesto, el perjurio, el erotismo, la concupiscencia, la poligamia y la superstición.
Cansado del mundo, dos años antes de morir se retiró a una celda solitaria, donde una visión le reveló que una inminente desgracia se cernía sobre el monasterio.
Dicho y hecho: el plazo de cinco meses murieron ciento dieciséis monjes. Sólo veinticuatro los sobrevivieron; Mauro no fue uno de ellos.
Patrono de los carboneros, faroleros, veleros y sastres belgas, es invocado contra la gota, la afonía, el dolor de cabeza, la parálisis, el reumatismo y la escrofulosis.

12 de noviembre

José Diego de Cádiz



Misionero de 1743 – 1801.
Huérfano de familia ilustre, luego de estudiar Lógica y Matemáticas con los dominicos de Ronda, para cumplir con las tres metas que se había fijado en la vida –ser capuchino, misionero y santo–  ingresó al Colegio de los Hermanos Menores de Sevilla
Considerado el gran predicador de la Divina Pastora de las Almas, que viene a ser nada menos que la Purísima en ropas de humilde pastora al cuidado de su rebaño, José Diego pronto se destacó por la peculiaridad de sus dotes oratorias.
Convencido de que el Señor lo había designado apóstol de España, por su celo y oratoria llamado el segundo san Pablo, en Sevilla se
permitió usar el púlpito del Patio de los Naranjos de la Catedral, desde el que sólo habían perorado san Vicente Ferrer, san Francisco de Borja y el Venerable Maestro Juan de Ávila.
Decidido a presentar batalla a las ideas disolventes de la Ilustración y a sus propagadores, la emprendía hasta con la mismísima corte de España, pero hacía unos sermones tan bonitos que ni la Inquisición ni, en última instancia, las autoridades civiles y militares lo molestaron gran cosa.
Tampoco lo molestó san Pedro quien con la ayuda del vómito negro, un 24 de marzo de 1801 le abrió de par en par las puertas del Cielo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

11 de noviembre

Martín de Tours

Obispo, hacia 316 – 397

Nacido en Hungría, el joven Martín se desempeñaba como oficial del ejército romano de Constantinopla. De campaña en Amiens, cierta noche se le presentó un mendigo, aterido de frío. Martín extrajo su espada y en vez de ultimar al pedigüeño, partió con ella su manto en dos mitades, dándole una al pordiosero, quien resultó ser nada menos que Jesús. Conmovido por el milagro, al día siguiente Martín se hizo bautizar.
Si bien es conocido como “el santo soldado”, fue en realidad el primer objetor de conciencia que registran los anales históricos y, como tal, expulsado del ejército bajo cargos de cobardía.
Se retiró a una isla cercana a Génova para llevar una vida eremítica siguiendo el modelo de los anacoretas, alimentándose únicamente de raíces y hierbas. Al cabo de unos años san Hilario lo llevó a Poitiers, donde Martín fundó el primer monasterio de la Galia.
Cuando la comunidad cristiana de Tours quiso designarlo obispo, nuestro santo se ocultó en un escondrijo, pero fue delatado por los graznidos de un ganso. En represalia, es tradicional costumbre entre los fieles devotos matar un ganso y servirlo asado el día del santo.
Como obispo, Martín se abocó a abolir las costumbres paganas del país, destruyó ídolos y lugares de culto, sanó enfermos, expulsó espíritus malignos y liberó prisioneros, por lo que su iglesia se convirtió en famoso lugar de asilo.
Así como era permanentemente tentado y asediado por Satán, que
se le aparecía bajo múltiples disfraces, Martín desarrolló una desagradable técnica de exorcismo que consistía en expulsar al demonio por medio de purgas laxantes. Fue también un adalid de la abolición de la pena de muerte, asegurando, con razón, que la ejecución de los herejes incrementaría su influencia.
Quiso Dios llevarse su alma el día en que se celebraba el culto a la mucho más popular diosa pagana Vinalia, momento en que tradicionalmente se bebía el nuevo vino, motivo por el cual nuestro santo es considerado el patrono protector de los dipsómanos.
Incontables milagros ocurrieron junto a su tumba, así como en todos los lugares dedicados a su memoria. Gregorio de Tours, historiógrafo de la época merovingia, afirma haber mezclado agua
con tierra del sepulcro del santo y al beberla, sus dolores se aliviaron como por encanto.
Patrono de Francia y de Hungría, es protector de los mendigos, los toneleros, los curtidores de piel, herreros, molineros, confeccionistas de corazas, sastres, soldados, así como de los ejércitos católicos, los alcohólicos anónimos, los caballos, los gansos y los animales domésticos en general.
Invocado para la fertilidad de los campos, protege de las serpientes y resulta indicado contra las erupciones cutáneas, la viruela, la erisipela porcina y las excoriaciones entre las piernas.