5 de noviembre
Emerico
Príncipe, m.
1031
Primogénito de
san Esteban, rey de Hungría,
Emerico se destacó siempre por tan extraordinaria piedad que, ya de pequeño, en
lugar de jugar con otros niños, prefería escabullirse en un monasterio cercano
donde se le daba por besar a los monjes.
En cierta
oportunidad el sorprendido Esteban observó esta rara costumbre de su hijo, que
si bien no privaba a ningún monje de sus besos, no lo hacía a todos por igual
ni la misma cantidad de veces, destacándose entre los favorecidos el hermano
Mauro.
Interrogado por
su ya inquieto padre, Emerico contestó con toda naturalidad que ofrecía sus
favores según el grado de virtud de cada uno; en su opinión, Mauro los superaba
a todos.
Esteban volvió a
dirigirse al monasterio y asistió embozado a la misa de medianoche. Entonces advirtió
que una vez concluida la misa, algunos hermanos desaparecían en sus celdas
mientras otros permanecían orando en el templo: ¡eran los que habían recibido más
besos de Emerico!
El rey se dio
entonces a conocer, y los piadosos monjes interrumpieron su oración para
saludarlo, excepto Mauro, que no sólo no se volvió hacia el monarca sino que
perseveró calladamente en oración.
Al día
siguiente, ante la comunidad de monjes,
el rey hizo a Mauro duros reproches por su comportamiento. El monje aceptó
humildemente la reprimenda sin articular ninguna palabra de defensa. Tras
comprobar que no era sordo sino santo, Esteban lo nombró obispo de las Cinco
Iglesias.
Más tarde, por
deseos de su padre, Emerico contrajo enlace, pero él y su esposa vivieron como
hermanos. Movido por la costumbre, Emerico se limitó a besar a su cónyuge,
convenciéndola de que era mejor llevar un matrimonio fecundo en virtudes que en
hijos.
Falleció
prematuramente, siendo muy llorado en el país y el monasterio, pero los
hermanos se consolaron pensando que en el Cielo en joven santo les proporcionaría
aun mayores gracias.
Se lo celebra también el 3 y 4 de noviembre.
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