martes, 5 de noviembre de 2013

5 de noviembre

Emerico



Príncipe, m. 1031
Primogénito de san Esteban, rey de Hungría, Emerico se destacó siempre por tan extraordinaria piedad que, ya de pequeño, en lugar de jugar con otros niños, prefería escabullirse en un monasterio cercano donde se le daba por besar a los monjes.
En cierta oportunidad el sorprendido Esteban observó esta rara costumbre de su hijo, que si bien no privaba a ningún monje de sus besos, no lo hacía a todos por igual ni la misma cantidad de veces, destacándose entre los favorecidos el hermano Mauro.
Interrogado por su ya inquieto padre, Emerico contestó con toda naturalidad que ofrecía sus favores según el grado de virtud de cada uno; en su opinión, Mauro los superaba a todos.
Esteban volvió a dirigirse al monasterio y asistió embozado a la misa de medianoche. Entonces advirtió que una vez concluida la misa, algunos hermanos desaparecían en sus celdas mientras otros permanecían orando en el templo: ¡eran los que habían recibido más besos de Emerico!
El rey se dio entonces a conocer, y los piadosos monjes interrumpieron su oración para saludarlo, excepto Mauro, que no sólo no se volvió hacia el monarca sino que perseveró calladamente en oración.
Al día siguiente, ante la comunidad  de monjes, el rey hizo a Mauro duros reproches por su comportamiento. El monje aceptó humildemente la reprimenda sin articular ninguna palabra de defensa. Tras comprobar que no era sordo sino santo, Esteban lo nombró obispo de las Cinco Iglesias.
Más tarde, por deseos de su padre, Emerico contrajo enlace, pero él y su esposa vivieron como hermanos. Movido por la costumbre, Emerico se limitó a besar a su cónyuge, convenciéndola de que era mejor llevar un matrimonio fecundo en virtudes que en hijos.
Falleció prematuramente, siendo muy llorado en el país y el monasterio, pero los hermanos se consolaron pensando que en el Cielo en joven santo les proporcionaría aun mayores gracias.
Se lo celebra también el 3 y 4 de noviembre.

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