13 de noviembre
Mauro
Abad, 510 – 584
En momentos en
que un joven monje del monasterio de Nursia había caído al agua, Benito envió a
Mauro a rescatarlo. Mauro lo hizo sin vacilar y corrió por sobre el río como si
se tratara de tierra fresca.
Si bien Benito
se lo atribuyó con estas palabras cargadas de falsa modestia, “No es mérito mío
sino el premio por tu obediencia”, el prodigio fue tenido como el primer
milagro propiciado por Mauro.
Cuando tiempo
después pidieron a Benito que dispusiera algunos monjes para fundar monasterios
en los peligros de la Galia,
inmediatamente pensó en Mauro, quien partió al frente de cuatro compañeros,
sanando en el camino a varios enfermos con una astilla de la santa cruz que
Benito había tenido a bien entregarle
Durante cuarenta
años estuvo Mauro al frente del monasterio de Glanfeuil, que más tarde recibió
su nombre, Saint Maur-sur-Loire, cuarenta años que fueron un único suplicio al
tratar en vano de que la corrompida nobleza franca cambiara su compulsión por
el
fratricidio, el incesto, el perjurio, el erotismo, la concupiscencia, la
poligamia y la superstición. Mas todo fue en vano y los nobles no sólo le pedían
consejo y mediación en casos de conflicto, sino que eran muchos quienes le
confiaban sus hijos para que los educara en el fratricidio, el incesto, el
perjurio, el erotismo, la concupiscencia, la poligamia y la superstición.
Cansado del
mundo, dos años antes de morir se retiró a una celda solitaria, donde una visión
le reveló que una inminente desgracia se cernía sobre el monasterio.
Dicho y hecho:
el plazo de cinco meses murieron ciento dieciséis monjes. Sólo veinticuatro los
sobrevivieron; Mauro no fue uno de ellos.
Patrono de los
carboneros, faroleros, veleros y sastres belgas, es invocado contra la gota, la
afonía, el dolor de cabeza, la parálisis, el reumatismo y la escrofulosis.
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