viernes, 1 de noviembre de 2013

1 de noviembre

Todos los santos



La celebración de hoy nos recuerda a todos aquellos que nos han precedido en su marcha a la Casa de Padre, y que ya se encuentran cara a cara con Él. Iniciada en el 610 por el papa Bonifacio, fue en 840 cuando comenzó a celebrarse el 1 de noviembre.
Como muchas fiestas importantes, comienza el día anterior por la
noche, en la misa vespertina de vigilia, es decir el 31 de octubre. En inglés sería All Hallow’s Eve, “La víspera de Todos los Santos”. Con el tiempo su pronunciación fue cambiado hasta ser la conocemos como Halloween, que poco tiene que ver con la importancia del día que hoy celebra la Iglesia Universal, aunque su origen sea el mismo: es una fiesta, pero es también una oportunidad para aquellos que, no sabiendo a quién encomendarse, juzgan prudente elegirlos a todos.
Cuando celebramos a esa innumerable multitud de hombres y mujeres de toda clase y condición que nos han precedido, han llegado ya al Cielo y disfrutan para siempre de la compañía de Dios, recordamos la santidad a que todos estamos llamados.
También se recuerda en este día, aunque en forma particular, a Austremonio, primer obispo de Clermont que llevó el Evangelio a la Auvernia, donde es más conocida su leyenda que su verdadera historia, al ermitaño Pedro del Barco, que conoció el día de su muerte cuando el agua de la fuente de que bebía convirtióse en vino Malbec, y de Maturino, reputado psiquiatra del siglo III, que dotado de una gracia especial para arrojar a los malos espíritus, tuvo entre sus clientes nada menos que a la hija del emperador Maximiliano. Patrono de los bufones, los marineros de Bretaña y los estañadores, desde la Edad Media protege a los dementes, en ese entonces conocidos como “maturinos”.

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