7 de septiembre
Regina
Virgen y mártir, m. hacia 250
Un ilustre juez
romano, habiendo enviudado prematuramente, hizo educar a su hija por un ama, en
el campo. La bruta mujer era cristiana e infundió a Regina su amor al
Salvador, de manera que cuando la niña se convirtió en una hermosa doncella y
fue pretendida por un prefecto, lo rechazó, revelándole que ya se había
prometido a Cristo. La sorpresa del padre fue mayúscula y, cuando los
argumentos fracasaron, la encerró en una estrecha jaula de hierro, amarrada a
la pared de una lóbrega mazmorra.
La horrible
situación no menguó ni un ápice la Fe de la joven romana, ya que era asistida
por un ángel que la reconfortaba por las noches de manera que los días de
sufrimiento le parecían apenas segundos.
Al cabo de un
mes, cuando fue liberada y llevada ante el prefecto, lucía más hermosa que nunca.
El prefecto, dispuesto a todo con tal de poseerla pero al fin y al cabo un
caballero, le prometió que si se casaban le permitiría seguir profesando su
religión, aun estando ésta penada por las leyes del Imperio. Fue en vano:
Regina respondió que prefería la muerte antes que desposarse con un pagano.
El prefecto,
furioso, ordenó que la desnudaran, la azotaran, la
quemaran con hierros
candentes y la sumergieran en agua hirviendo y en agua helada alternativamente.
Durante esos suplicios, una blanca paloma descendió volando de los cielos entre
los confundidos esbirros romanos y se oyó una voz: “Ven, Regina, y participa
del gobierno del Salvador”.
De inmediato, se
convirtieron a la fe ochocientos paganos, mas el prefecto no se encontraba
entre ellos y ordenó que Regina fuese decapitada.
Es de creer que
esta santa se haya reconciliado con sus torturadores y biógrafos, todos ellos regodeados
en su martirio.
Patrona de los
carpinteros es invocada contra las enfermedades venéreas, la tiña, la sarna y
la roña.
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