miércoles, 4 de septiembre de 2013

4 de septiembre

Rosa de Viterbo 

Virgen, 1234 - 1252

A los tres años de edad devolvió la vida a su abuela difunta. Así empezó y ya no se detuvo.
Aun entonces no llevaba otras ropas que un tosco vestido blanco de lana, iba siempre descalza y con la cabeza descubierta y se quitaba el pan de la boca para repartirlo entre los pobres. Los pobres, desagradecidos, le reclamaban que les diera el que llevaba en la mano, sin masticar.
Una década más tarde enfermó de gravedad y al ser desahuciada por los médicos se le apareció la Virgen María, quien le auguró pronto restablecimiento y le encomendó defender la Fe y escarnecer el vicio ingresando en la tercera orden de san Francisco. 
Tras una nueva aparición, la Virgen le concedió la gracia de sentir durante tres días los atroces dolores del Redentor. Rosa sufrió terriblemente y, al tiempo que ardía en amor por Jesús, lo hacía en odio contra el pecado.
   No pasó mucho antes de que se revelara como una locuaz agitadora política predicando a favor del Santo Padre y contra el emperador Federico II, que había usurpado las tierras pontificias y en cuya facción militaba la mayor parte de los ciudadanos de Viterbo. Expulsada de la ciudad, auguró a Federico una muerte cercana, lo que efectivamente ocurrió, mereciendo por esto vasto renombre.
Aclamada por los habitantes de Viterbo, que con la muerte del emperador y el triunfo de los ejércitos del papa descubrieron súbitamente de qué lado estaba la Verdad, Rosa regresó a su ciudad y vivió en casa de sus padres hasta que murió a los dieciocho años. Su cadáver momificado yace en un primoroso féretro de cristal y junto a él se han operado incontables milagros. 

Es patrona de las muchachas católicas de Italia

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