jueves, 19 de septiembre de 2013

19 de septiembre

Genaro 

Obispo y mártir, m. hacia 305
Patrono de Nápoles, protector de los joyeros e invocado contra las erupciones cutáneas y volcánicas, a este obispo de Benavente, le tocó vivir en un tiempo impío, regido por la propensión al terror de los emperadores Dioclesiano y Maximiano. Los creyentes eran encarcelados a granel y Genaro hacía cuanto podía para animar a los perseguidos, cuidar de los castigados, consolar a los presos y sus familias y proveer de comida a los hambrientos.
Cierto día en que visitaba en la cárcel a algunos de sus amigos, se encontró cara a cara con Timoteo, el gobernador designado por Dioclesiano. Como todos los de su jerarquía social, Timoteo debía estar estragado por las grasas, el colesterol y otras incapacidades provocadas por los excesos. Era, además, arbitrario y antojadizo, propiamente un tarambana, y fue así que, por puro capricho, pretendió convertir a Genaro al paganismo. Nuestro santo se negó a semejante contrasentido, fue apresado y luego tirado a un horno ardiendo, del que salió ileso.
El milagro no conmovió al embrutecido Timoteo, quien ordenó que Genaro fuese arrojado a la arena del circo para que, junto con los cristianos a los que había pretendido consolar, sirviese para alimento de las fieras y solaz de los espectadores. Pero al ver que los leones y los tigres se negaban a devorar a Genaro, el voluble populacho comenzó a vivarlo, tanto a él como al Dios Verdadero.
Tomando cierta conciencia de lo que ocurría y temeroso de que el pueblo se levantase contra la autoridad, el gobernador ordenó que
Genaro fuese degollado en la plaza pública, lo que aconteció el año 305.
Según era costumbre, los fieles levantaron los restos de su cuerpo y recogieron la sangre en frascos de vidrio. De alguna oscura manera sabían que tarde o temprano se volverían reliquias.
Los restos se conservan actualmente en la cripta bajo el ábside principal de la catedral de Nápoles. Los frascos con su sangre seca, en cambio, se encuentran en el tabernáculo detrás del altar mayor. Cada año, para la fiesta de san Genaro, en cuanto los frascos son colocados cerca de la cabeza del santo, la sangre que contiene se vuelve líquida. Si por excepción el milagro alguna vez no tiene lugar, es señal de que una gran amenaza se cierne sobre la ciudad de Nápoles.
Las calamidades que se han abatido sobre Nápoles son tantas que hay quienes han comenzado a dudar de los atributos milagrosos de su santo patrono.

1 comentario:

  1. ¡Hombres de poca fe! ¿Quién consiguió que "D10S" viviera unos años en Nápoles si no?

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