23 de septiembre
Tecla
Virgen y mártir, siglo ITecla es la pionera de una moda que haría furor en el Imperio Romano durante los tres primeros siglos de nuestra era: así como en la actualidad las muchachas padecen de bulimia y anorexia debido a un tabú generalizado contra el exceso de peso, en aquellos viejos y más espirituales tiempos las doncellas sentían una enfermiza aversión al sexo, cuidaban de su virginidad con el celo con que hoy vigilan su silueta y se volvían a menudo víctimas de una sociedad que había hecho de la concupiscencia, el desenfreno y la glotonería su norma y razón de ser. Hablamos, claro está, de las vírgenes mártires.
Hija de
prestigiosos paganos de Iconium, en el Asia Menor, Tecla era una muchacha de
belleza poco común, excelentes dotes intelectuales y un temperamento apasionado
que la haría presa fácil
del discurso de san Pablo, un hábil predicador
aquejado de severas perturbaciones sexuales.
El apóstol pasó
por Iconium hacia el año 45, convenció a Tecla de las ventajas y dignidad de la
virginidad y acabó por bautizarla. Virgen y cristiana, a Tecla le faltaba
apenas un paso para ingresar al santoral y lo dio rechazando al rico
pretendiente con quien sus padres planeaban desposarla: jamás permitiría que un
hombre tocara su cuerpo.
El novio se
sintió ofendido y la denunció a las autoridades, quienes, tras determinar que
no era lesbiana sino cristiana, la condenaron a servir de alimento de las
fieras del circo. Roja de vergüenza, Tecla elevó los ojos al cielo cuando le
arrancaron los vestidos y fue entregada desnuda a los
animales salvajes, pero,
por extraño que parezca, leopardos, tigres y leones se sentaron a sus pies como
corderos.
Los jueces,
enfurecidos, la enviaron a la hoguera: salió tan ilesa de las llamas como del
foso de serpientes al que la arrojaron a continuación.
Cuando después
de estas pruebas milagrosamente superadas se vio al fin libre, halló de nuevo
al apóstol Pablo y lo acompañó en sus viajes hasta que murió muchos años
después al derrumbarse la cueva en la que hacía sus oraciones.
Patrona de los
moribundos y las dactilógrafas, es invocada por quienes padecen trastornos
oftalmológicos.
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