miércoles, 25 de septiembre de 2013

25 de septiembre

Georgia



Virgen, m. hacia 600

Poco se sabe de ella, excepto que los campesinos de Auvergne veneran su memoria desde que fue canonizada en forma harto inusual por una bandada de palomas. 

Ocurrió que la devota muchacha se había retirado de Clermont a un pequeño pueblo a fin de pasar su vida en oración sin ser fastidiada por hombres, actividades sociales ni tentaciones pecaminosas, hasta morir sin que se supiera que hubiera hecho nada más notable que rezar y rezar, como si fuera poco.

Luego de su muerte fue trasladada hasta su tierra natal en un solemne cortejo fúnebre, tal como solían ser trasladados todos los muertos, pero sucedió entonces que una inmensa bandada de palomas voló por encima del féretro, siguiéndolo hasta donde fuera que lo llevaran que, como no podía ser de otra manera, resultó ser el cementerio de la iglesia del lugar.

Las palomas se posaron entonces sobre el tejado del templo, esperando que terminara el oficio. Inmediatamente después alzaron
vuelo y desaparecieron en el cielo ante los azorados ojos de los campesinos, convencidos de que no se trataba de vulgares palomas sino de ángeles que querían dar fe de la santidad de la desconocida muchacha, la que, como no podía ser de otra manera, era virgen.

Desde entones se la invoca mucho el aniversario de su muerte y, por esas cosas de los distintos almanaques que nos ha dado el Señor, también los  15 de febrero y los 11 de marzo.

Comparte uno de sus días con Baldovino Eucarpio, Anacario y Cleofás, uno de los tantos judíos que simpatizaba con el movimiento desencadenado por Jesús que, desesperado por el fracaso del Gólgota, abrió su corazón al primer desconocido que lo acompañó hasta Emaús hasta que, en una posada, reconoció al Maestro en el momento en que el que repartía el pan y el vino, pero no en cualquier momento y como vulgar mesonero, sino por última vez.

Su mujer, una de las tantas María esposas de los tantos Cleofás de los Evangelios, acompañó a la Virgen la tarde en que Jesús fue crucificado, también por última vez. 
Se lo invoca repitiendo incesantemente, pero con mucha fe y dirigiéndose al Señor: “Te pedimos que la intercesión de san Cleofás venga en nuestra ayuda para que podamos vivir en el mundo de tal forma que nos sea permitido contemplar Tu gloria, ahora y en toda la eternidad, amén”

1 comentario:

  1. Los errores de imágenes en casi todas las entradas de este blog si que claman a todos los santos del cielo.

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