29 de agosto
Sabina y Serapia
Mártires, m. en 119, 125 o vaya uno a saber cuándo.
Dama romana dedicada
a la buena vida, a la muerte de su marido Sabina se encariñó con su esclava
Serapia.
Serapia se
diferenciaba del resto de la servidumbre, porque prescindía de adular a Sabina
y aunque realizaba su rutinaria tarea con modestia, a puntualidad y a
conciencia, soportaba sin chistar el de por sí injusto castigo que le propinaba Sabina en sus momentos de ocio. Es que
Serapia era cristiana. Cuando se enteró, Sabina quiso saber más, y amante de
las novedades como toda gran dama romana, sin indagar mucho al respecto, se hizo
bautizar.
Lo que Sabina
ignoraba era que, periódicamente, los cristianos eran perseguidos hasta la muerte, lo que volvió
a ocurrir durante el reinado de Adriano, cuando la virgen Serapia fue apresada,
torturada y entregada a los esbirros para que la deshonrasen, lo que fue
oportunamente impedido por un grupo de ángeles.
Sabina acudió en
su auxilio, deseando llevar cadenas como su amiga, pero los torturadores
romanos eran gentes serias que, en atención a su clase, se abstuvieron de
satisfacer sus deseos. Tuvo así que contemplar cómo Serapia era azotada con
garrotes, quemada con antorchas y finalmente degollada.
Sabina sepultó a
la mártir en el panteón familiar, lo que le valió un año de encierro, ser
azotada con garrotes, quemada con antorchas y violada por los esbirros, sin que
ningún grupo de ángeles acudiera en su auxilio ya que en su caso no había
nada que preservar.
Antes de su martirio
hizo donación de sus bienes al obispo. Se conserva en la que fuera su propiedad
de Roma el nombre de su bienhechora y los frailes dominicos lo conservan todo.
Protectoras de
las amas de casa y de los niños que tienen dificultades para aprender a
caminar, Sabina y Serapia, juntas o por separado, son invocadas para el buen
tiempo y resultan muy recomendables para detener el flujo de sangre.
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