10 de agosto
Lorenzo
Mártir, m. hacia 258
Auténtico
precursor de Caritas, este archidiácono del recién ejecutado papa Sixto II, se
apresuró a poner a resguardo todos los bienes de la Iglesia que se le habían
confiado.
¿Existe lugar
más seguro que las manos de los pobres?
Cuando el
prefecto romano le exigió la entrega de la fortuna eclesiástica, Lorenzo lo
llevó a un templo y le mostró a los ciegos, mudos, paralíticos, inválidos y
achacosos que estaban ahí reunidos “Estos son nuestros tesoros, nuestras perlas
y alhajas, pues en ellos vive el propio Cristo”.
No muy
impresionado, el prefecto decidió seguir siendo pagano y mandó quemarlo vivo
sobre unas parrillas, aunque previamente, Lorenzo fue azotado con escorpiones,
golpeado con bolas de plomo y ligado al potro de los tormentos. Su fortaleza
ante el martirio indujo a los soldados a convertirse al cristianismo.
Una vez sobre el
fuego, luego de transcurrido un buen rato, Lorenzo dijo con toda tranquilidad: “Ahora
puedes mandar a que me den vuelta, pues de este lado ya estoy bien asado”. Y el
prefecto mandó darlo vuelta.
Cuando la otra
parte estuvo tostada por las brasas, dijo: “Ahora mi carne está completamente
asada; ya puedes comer de ella”.
Espantado, el
ignorante prefecto repuso que él no era cristiano como para andar comiendo
carne humana. Y se lo dejó a los soldados.
Patrono de los
pobres por razones obvias y de los bibliotecarios, por sus minuciosos
registros, el fuego en que se asó lo ha hecho también protector de los
cocineros, las planchadoras y los sopladores de vidrio.
Comparte su día
con sus camaradas en el fuego Paula, Basa y Agatónica, sin que se sepa de ellas
más que eran vírgenes y que ardieron en Cartago.
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