16 de agosto
Roque
Mártir, 1293 ‑ 1327
Oriundo de
Montpellier, Roque disfrutó de una saludable y alegre juventud, hasta que al
cumplir veinte años quedó súbitamente huérfano. Impactado, obsequió todas sus
propiedades entre los pobres y marchó en peregrinación a Roma, en ese entonces
asolada por la peste. Conmovido por sus estragos, entró al hospital de
Aquapendente para servir a los afectados y consiguió sanar a muchos. Su método
terapéutico consistía en trazar la señal de la cruz sobre los enfermos, con asombrosos
resultados.
Un día fue
infectado por la peste y, no queriendo volverse una carga, se arrastró hasta un
bosque cercano a fin de morir en soledad, pero fue pronto visitado por un
perro. La noble bestia le llevaba cada día un trozo de pan que hurtaba de la
mesa de su amo, quien comenzó a recelar de la extraña conducta de su mascota.
Cierto día la siguió y grande fue su sorpresa al encontrar en el bosque a
Roque, completamente recuperado.
El santo volvió
a Montpellier, pero no sólo no fue reconocido sino que, acusado de espía, acabó
en la cárcel municipal, donde languideció durante cinco años, asistido
deficientemente por un ángel y no por el perro, hasta que murió de flaqueza.
Diversos
milagros anunciaron a la gente de Montpellier que en la cárcel municipal había
muerto un santo. Revisando el cadáver los alelados lugareños pudieron comprobar
que era el de Roque, a quien reconocieron gracias a una marca en forma de cruz
que éste llevaba en el pecho desde su nacimiento.
En 1656 la peste
asolaba Frascati. Un día se descascaró la pared de la iglesia y salió a la luz
un fresco que mostraba a san Roque junto a san Sebastián. El pueblo vio en ello
una señal, encendió velas ante la imagen y a partir de ese día ya nadie murió
de peste en esa localidad.
Las iniciales
VSR (Viva San Roque) se tallaban en la mayoría de las puertas de Europa durante
las epidemias como método infalible para evitar el contagio. Así y todo, tan sólo
en ese continente, la pandemia acabó con más de 25 millones de católicos y entre
40 y 60 millones de herejes en Asia, dominada por el Islam, el budismo y otras
creencias erróneas.
El culto a
nuestro santo, que declinó a medida que la peste negra fue remitiendo, recobró
popularidad gracias a las epidemias de cólera del siglo xix y, habida cuenta las condiciones sociales, ambientales y
sanitarias del mundo moderno, todo hace presumir que volverá a cobrar énfasis
en el siglo xxi.
Patrono de
Frascati, Montpellier, Parma y Venecia, es protector de los médicos,
farmacéuticos, cirujanos, jardineros, comerciantes de arte, enterradores y
cardadores de lana, así como de los prisioneros, los hospitales y los amigos de
los perros.
Se lo invoca
contra el cólera, las epidemias, las dolencias de pies, los dolores en la
rodilla, la sarna, la rabia y los accidentes.
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