14 de diciembre
Espiridión
Obispo,
m. hacia 348
Se crió como
pobre pastor de ovejas en la muy pobre isla de Chipre y murió siendo obispo.
Hay quienes aseguran que tan meteórica carrera se debió a sus padres, que le
enseñaron a leer de muy pequeño, pero otros la atribuyen a su santidad, habida
cuenta que semejante movilidad social sólo pudo haber sido fruto de un milagro.
Como fuere, alguna deuda tuvo Espiridión con sus padres ya que, en efecto, sabía
leer y se aprendió de memoria todo el Evangelio. Además de su valor intrínseco,
este empeño lo libró de ser víctima de la zoofilia y las venéreas que agobiaban
a los demás pastorcillos.
Fuera de saberse
el Evangelio de memoria, Espiridión era capaz de
dar un ojo de la cara con tal
de no caer en la idolatría, lo que efectivamente ocurrió durante la persecución
del emperador Maximino, cuando lo dejaron tuerto, le cortaron el tendón de la
rodilla izquierda y lo condenaron a trabajar en una mina.
El martirio se
prolongó hasta la muerte del emperador, cuando el santo pudo regresar a Chipre.
Allí pronto gozó de gran prestigio debido a su virtud milagrosa; así, por
ejemplo, su oración puso una vez fin a una terrible sequía. Suena un tanto
paradójico que en la actualidad sea invocado contra las inundaciones, pero eso
es materia teológica.
Cuando la sede
episcopal quedó vacante, los creyentes lo eligieron como su pastor, en lo que
deben haber influido sus antecedentes juveniles.
Entretanto, el
emperador Constantino había caído enfermo. Dícese que una noche se le apareció
un ángel y le mostró una brillante asamblea de obispos. Señaló al emperador a
dos hombres que no conocía y le dijo: “Estos dos te curarán”. Supo así
Constantino que debía convocar al Concilio de Nicea.
Va de suyo que
quienes curarían al emperador serían Espiridión y su fiel ayudante Trifilio,
pero no fue ese el mayor portento del santo. Ocurrió que de camino a Nicea,
Espiridión y Trifilio se unieron a un grupo de obispos y otros altos
dignatarios, quienes pronto se sintieron molestos por el aspecto y, más que
nada, el hedor que exudaban los pastores, habituados a convivir con las
bestias. A fin de sacárselos de encima, una noche los poco piadosos obispos
decapitaron las dos mulas –una marrón y otra blanca– de nuestros amigos.
Espiridión se
despertó antes del alba y descubrió la masacre. Moviéndose con sigilo en la
oscuridad de la noche, se acercó a las mulas y a tientas volvió a colocarles
las cabezas. Fue así que Espiridión causó sensación en Nicea al entrar a la ciudad montando una mula blanca de cabeza marrón.
Patrono de Corfú
y Dalmacia y protector de los huérfanos, como ya se ha dicho, es invocado contra las inundaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario