jueves, 29 de agosto de 2013

29 de agosto

Sabina y Serapia



Mártires, m. en 119, 125 o vaya uno a saber cuándo.
Dama romana dedicada a la buena vida, a la muerte de su marido Sabina se encariñó con su esclava Serapia.
Serapia se diferenciaba del resto de la servidumbre, porque prescindía de adular a Sabina y aunque realizaba su rutinaria tarea con modestia, a puntualidad y a conciencia, soportaba sin chistar el de por sí injusto castigo que le propinaba Sabina en sus momentos de ocio. Es que Serapia era cristiana. Cuando se enteró, Sabina quiso saber más, y amante de las novedades como toda gran dama romana, sin indagar mucho al respecto, se hizo bautizar.
Lo que Sabina ignoraba era que, periódicamente, los cristianos eran perseguidos hasta la muerte, lo que volvió a ocurrir durante el reinado de Adriano, cuando la virgen Serapia fue apresada, torturada y entregada a los esbirros para que la deshonrasen, lo que fue oportunamente impedido por un grupo de ángeles.
Sabina acudió en su auxilio, deseando llevar cadenas como su amiga, pero los torturadores romanos eran gentes serias que, en atención a su clase, se abstuvieron de satisfacer sus deseos. Tuvo así que contemplar cómo Serapia era azotada con garrotes, quemada con antorchas y finalmente degollada.

Sabina sepultó a la mártir en el panteón familiar, lo que le valió un año de encierro, ser azotada con garrotes, quemada con antorchas y violada por los esbirros, sin que ningún grupo de ángeles acudiera en su auxilio ya que en su caso no había nada que preservar.
Antes de su martirio hizo donación de sus bienes al obispo. Se conserva en la que fuera su propiedad de Roma el nombre de su bienhechora y los frailes dominicos lo conservan todo.
Protectoras de las amas de casa y de los niños que tienen dificultades para aprender a caminar, Sabina y Serapia, juntas o por separado, son invocadas para el buen tiempo y resultan muy recomendables para detener el flujo de sangre.

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