viernes, 16 de agosto de 2013

16 de agosto

Roque 

Mártir, 1293 ‑ 1327

Oriundo de Montpellier, Roque disfrutó de una saludable y alegre juventud, hasta que al cumplir veinte años quedó súbitamente huérfano. Impactado, obsequió todas sus propiedades entre los pobres y marchó en peregrinación a Roma, en ese entonces asolada por la peste. Conmovido por sus estragos, entró al hospital de Aquapendente para servir a los afectados y consiguió sanar a muchos. Su método terapéutico consistía en trazar la señal de la cruz sobre los enfermos, con asombrosos resultados.
Un día fue infectado por la peste y, no queriendo volverse una carga, se arrastró hasta un bosque cercano a fin de morir en soledad, pero fue pronto visitado por un perro. La noble bestia le llevaba cada día un trozo de pan que hurtaba de la mesa de su amo, quien comenzó a recelar de la extraña conducta de su mascota. Cierto día la siguió y grande fue su sorpresa al encontrar en el bosque a Roque, completamente recuperado.
El santo volvió a Montpellier, pero no sólo no fue reconocido sino que, acusado de espía, acabó en la cárcel municipal, donde languideció durante cinco años, asistido deficientemente por un ángel y no por el perro, hasta que murió de flaqueza.
Diversos milagros anunciaron a la gente de Montpellier que en la cárcel municipal había muerto un santo. Revisando el cadáver los alelados lugareños pudieron comprobar que era el de Roque, a quien reconocieron gracias a una marca en forma de cruz que éste llevaba en el pecho desde su nacimiento.
En 1656 la peste asolaba Frascati. Un día se descascaró la pared de la iglesia y salió a la luz un fresco que mostraba a san Roque junto a san Sebastián. El pueblo vio en ello una señal, encendió velas ante la imagen y a partir de ese día ya nadie murió de peste en esa localidad.
Las iniciales VSR (Viva San Roque) se tallaban en la mayoría de las puertas de Europa durante las epidemias como método infalible para evitar el contagio. Así y todo, tan sólo en ese continente, la pandemia acabó con más de 25 millones de católicos y entre 40 y 60 millones de herejes en Asia, dominada por el Islam, el budismo y otras creencias erróneas.
El culto a nuestro santo, que declinó a medida que la peste negra fue remitiendo, recobró popularidad gracias a las epidemias de cólera del siglo xix y, habida cuenta las condiciones sociales, ambientales y sanitarias del mundo moderno, todo hace presumir que volverá a cobrar énfasis en el siglo xxi.
Patrono de Frascati, Montpellier, Parma y Venecia, es protector de los médicos, farmacéuticos, cirujanos, jardineros, comerciantes de arte, enterradores y cardadores de lana, así como de los prisioneros, los hospitales y los amigos de los perros.
Se lo invoca contra el cólera, las epidemias, las dolencias de pies, los dolores en la rodilla, la sarna, la rabia y los accidentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario