31 de julio
Ignacio de Loyola
Fundador, 1491-1556
Mientras se
encontraba convaleciente de una herida de guerra que lo dejó cojo para toda la
vida, el joven Iñigo, caballero de noble linaje, pidió algunos libros de
caballería, a los que siempre había sido muy afecto. Pero lo único que se
encontró en el castillo de Loyola fue una historia de Cristo y un volumen de
vidas de santos. No tuvo más remedio que leerlos: el impacto fue tal que, habida
cuenta que no podía volverse Cristo, decidió hacerse santo.
Pronto, el otrora
duro soldado desarrolló una capacidad extraordinaria para el llanto y la
alucinación. Como él mismo confesó: “Durante la misa lloraba tanto que temía
perder la vista. Conversando con el Espíritu Santo, yo lloraba y lo veía y sentía
como claridad y llama”.
En recuerdo de
este don, existe hasta hoy la costumbre de bendecir agua en altares dedicados a
su veneración. El “agua de san Ignacio” hace surtir efectos milagrosos. Pero si
bien en 1839, hizo cesar de inmediato una epidemia de cólera en Brujas, no se lo
suele recordar por sus milagrosas aguas sino por su libro de “Ejercicios
espirituales” y por haber fundado la Compañía de Jesús, ariete de la Contrarrefora.
Fue durante el viaje a Roma que, mientras oraba en la capilla de La Storta, el Señor se le apareció rodeado por un halo de luz inefable, pero cargado con una pesada cruz. Y le dijo: "Ego vobis Romae propitius ero", que viene a querer decir “Os seré propicio en Roma”. Duro en latines, el santo entendió que tenía que fundar una orden religiosa que a los tradicionales votos de pobreza y castidad, añadiera el de obediencia. A estos tres votos, se agregaría también el de ir a trabajar por el bien de las almas adondequiera que el Papa lo ordenase. Y así ocurrió.
Fue durante el viaje a Roma que, mientras oraba en la capilla de La Storta, el Señor se le apareció rodeado por un halo de luz inefable, pero cargado con una pesada cruz. Y le dijo: "Ego vobis Romae propitius ero", que viene a querer decir “Os seré propicio en Roma”. Duro en latines, el santo entendió que tenía que fundar una orden religiosa que a los tradicionales votos de pobreza y castidad, añadiera el de obediencia. A estos tres votos, se agregaría también el de ir a trabajar por el bien de las almas adondequiera que el Papa lo ordenase. Y así ocurrió.
Canonizado en
1622, asiste a las trabajadoras, las amas de casa, los mesoneros, escultores,
pintores y moribundos. Se lo invoca contra el flujo de sangre y la peste y es baluarte
de verdad y orden frente al protestantismo, el comunismo y otras calamidades.
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