Justa y Rufina
Neuróticas, m. 287
Es mucho lo que
se ignora de estas dos andaluzas ciudadanas de Roma, integrantes de una familia
que practicaba el cristianismo en forma clandestina y, ya más abiertamente, la
alfarería. Se sabe apenas que en ocasión de una fiesta en honor a Venus, unas
mujeres que marchaban en la procesión, al pasar frente a su casa rompieron unas
jarras que había junto a la puerta, que en retribución ellas rompieron la
imagen de Venus y que la policía les rompió el cuello.
Todo esto
sucedió, si sucedió, en el año de Gracia 287, en la ciudad de Sevilla.
Veneradas en su
ciudad natal, donde se celebra su culto el 17 de julio, son protectoras de los
alfareros y cacharreros, así como de la catedral de Sevilla y de la Giralda.
De entre todas
las cosas que se ignoran de ellas sobresale la razón por la que protegen el
alminar de una mezquita.
Comparten su día con Vicente Paúl,
protector y patrono de los galeotes y nos niños abandonados, con Macrina la Menor y con Arsenio, funcionario
romano que al jubilarse no se retiró a una casita de los suburbios sino al
desierto de Egipto. Esperaba encontrar a Dios.
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