26 de julio
Ana
Abuela de Dios
En Nazaret,
antes de que alguien hubiera oído hablar de Cristo, aunque todos susurraran acerca
de la inminente llegada del Mesías, vivía en el temor a Dios un hombre rico,
Joaquín, que se casó una doncella de Belén llamada Ana.
Los años pasaban
sin que la unión diera frutos hasta que en una oportunidad en que Joaquín se
dirigió a Jerusalén para hacer una ofrenda al templo, el sacerdote le negó la
entrada. Se entiende perfectamente: los estériles no incrementan el pueblo de
Dios, razón por la que no pueden contarse entre los creyentes.
Puesto que no
podía orar en el templo, Joaquín marchó al desierto y confió sus penas al
Señor. Súbitamente se corporizó un ángel y le dijo: “El Señor vio tu
deshonra y sabe que eres inocente, pues vuestra esterilidad procede de la
naturaleza y no del pecado. Un hijo es un regalo de Dios y no fruto de la
avidez de la carne”.
Ana recibió el
mismo mensaje y cuando Joaquín regresó, compartieron el lecho, esperando con
alegría lo prometido. Alguna avidez de la carne deben haber experimentado pues
nueve meses después Ana dio a luz a María, la Madre de Dios, título que no debe interpretarse
en forma literal, sino a la luz del Misterio de la Santísima Trinidad.
La alegría o el
esfuerzo resultaron excesivos para Joaquín, ya que murió a los pocos meses. Ana
casó entonces con Cleofás y tuvo otra hija, también de nombre María, quien mas
tarde, en unión con Alfeo, engendraría a Santiago el Menor, Simón, José y Judas
Tadeo.
Algo ocurría con
Ana, pues Cleofás también murió al poco tiempo. La santa contrajo entonces
terceras nupcias, esta vez con Salomás. Y de nuevo nació otra niña, también de
nombre María, quien más tarde se uniría a Zebedeo para engendrar a Santiago el
Mayor y Juan Evangelista.
La hermana de
Ana, Hismeria, fue a su vez madre de Eliud y de Isabel, quien al desposarse con
Zacarías, dio a luz a Juan el Bautista. Por su parte, Eliud engendró a Emin y éste
a san Servacio, cuyos restos mortales se veneran en Maastrich.
Un cierto
Imperiali aseguraba que tras el nacimiento de la Virgen María la
propia Ana seguía siendo virgen. En 1677 el Papa condenó este disparate como
herético, al igual que la leyenda según la cual Ana había quedado embarazada
sólo con un beso de Joaquín.
Todo tiene una
explicación, aunque a veces esté vedada para nuestros imperfectos sentidos,
pero debemos puntualizar que entre los numerosos Misterios de la Fe, debe incluirse la razón que
llevó a nuestra santa a poner el mismo nombre a sus tres hijas.
Como sea, el 8
de diciembre de 1854, Su Santidad Pío IX consiguió establecer que también María
habría sido concebida sin intervención de varón, lo que da la razón tanto a
Imperiali como a quienes dudaban de las capacidades reproductivas del anciano
Joaquín y pone a María en una condición diferente a la de todos los seres
humanos: al igual que Jesús, María no fue alcanzada por el pecado original sino
que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado. La
revelación es a la vez tranquilizadora e inquietante, y ha servido para que
herejes y cismáticos se interrogaran acerca de la identidad del padre de María.
¿Sería también ella hija de Dios? En tal caso, además de madre ¿era hermana de su
Hijo?
Lamentablemente,
la bula Ineffabilis Deus no nos lo
aclara.
En estampas, Ana
es representada con un manto verde, porque llevó la esperanza a la humanidad;
con María y Jesús; incluyendo en el grupo anterior a su madre, santa Emerencia,
se origina un grupo de cuatro; con el resto de los miembros de la Sagrada Familia,
se representa la Santa Estirpe (hasta veintiocho personas, ni una más).
Patrona de
Annaberg, Hannover, Madrid, y Marienbad, es protectora de las obreras, los
escoberos, torneros, bomberos, joyeros, ebanistas, molineros, costureras y
navegantes, así como de los caudatorios de los cardenales, los sastres, la
servidumbre y las clases bajas en general.
Cuida asimismo
de las amas de casa y de las mujeres embarazadas y se la invoca para fomentar
la fertilidad matrimonial, la buena cosecha de heno y resulta de invalorable
ayuda para encontrar objetos perdidos o robados.
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