Longinos
Centurión, m. hacia 68
Cayo Casio Longinos, centurión romano completamente
miope, debe su celebridad al modesto pero imprescindible papel cumplido en la Pasión de Cristo: todo lo
que hizo fue asegurarse de que Jesús estaba muerto. Careciendo de espejo o
estetoscopio, le clavó la lanza en el pecho, haciendo brotar de la herida sangre
y agua, que resbalaron por su lanza.
El apóstol Mateo (Mateo 27: 50-56) lo relata así: “Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dio el
espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, y la tierra tembló, y
las piedras se hendieron; y abriéronse los sepulcros, y
muchos cuerpos de santos que habían dormido se levantaron. Y el centurión, y
los que estaban con él, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas,
temieron en gran manera, diciendo: ‘Verdaderamente, Éste era el Hijo de Dios’”.
Más allá de su declaración, lo importante es que luego
de asesinar
al Señor, Longinos se llevó a los ojos la mano manchada de sangre y
de inmediato obtuvo una visión 20/20, y aun más, ya que no sólo empezó a ver
con nitidez las cosas de la tierra sino también las del Cielo.
Naturalmente, se hizo cristiano y se retiró a vivir en
Capadocia, donde su vida y su visión
ejemplares convirtieron a muchos a la
Fe verdadera, hasta que cayó en manos de los paganos, que lo
llevaron a juicio. Al rehusarse a ofrecer sacrificio, se le quebrantaron todos
los dientes y le fue cortada la lengua, no obstante lo cual, siguió hablando. Si
bien no fueron registradas sus palabras, luego de que con un hacha redujera a
fragmentos los ídolos paganos, con otra hacha le cortaron la cabeza.

“Supe de inmediato, escribió (Hitler 28: 63-65), que
aquel día era el momento más importante de mi vida. Sin embargo no podía
adivinar por qué un símbolo cristiano me causaba semejante impresión. Me quede
muy quieto durante unos minutos contemplando la lanza y me olvidé completamente
del lugar en el que me encontraba”.
Se encontraba en Viena y acababa de ser rechazado en la Academia de Bellas Artes.
Patrono de los herreros, el nombre de Longinos resulta
de gran eficacia ante dolencias oculares y es útil para restañar la sangre de
heridas leves.
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