10 de marzo
Anastasia Patricia
Virgen, m. hacia
600

En 584, al morir
Teodora, Justiniano mandó a buscarla, pero ella escapó hacia el desierto de
Escitia disfrazada de hombre, instalándose en una gruta no muy alejada de la
comunidad de monjes del abad Daniel. Permaneció escondida y, puesto que le era
imposible disimular la voz, emergió a los seis meses convertida en Anastasio el
Eunuco, personalidad bajo la que vivió como hombre durante los siguientes 19
años.
Cuando se sintió
morir, pidió al abad Daniel la asistiera en su último trance. El religioso la
sepultó en la gruta y reveló a la comunidad quién era el eunuco y cómo había
preferido ser un hombre pobre, piadoso y soltero antes que una mujer noble y rica
casada con un emperador bizantino.
Cuestión de
gustos, pensó la comunidad de monjes.
Comparte su día
con el papa Simplicio, martirizado por los
teólogos, y con los cuarenta santos
mártires de Sebaste, integrantes de una legión romana estacionada en Armenia
que rehusaron realizar ofrendas a los dioses. Fueron condenados a permanecer
desnudos sobre un estanque helado, expuestos al frío invernal y viento del
norte, aunque lo suficientemente cerca de baños de vapor y habitaciones muy
caldeadas ideales para apostatar. Al tercer día, uno de ellos flaqueó y corrió
hacia el baño caliente, pero apenas traspuso la puerta se desplomó muerto,
fulminado por un rayo. Si bien los guardias dedujeron con mucha lógica que éste
había sido lanzado por Júpiter, tocado por una revelación uno de los centinelas
se arrancó las ropas y exclamó: “¡Yo también quiero ser cristiano!”, gracias a
lo cual los mártires siguieron siendo cuarenta.
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