miércoles, 12 de marzo de 2014

12 de marzo

Fina 

Virgen, 1238 ‑ 1253 
Hija de una viuda pobre, pero piadosa y honrada, a la tierna edad de seis años la encantadora Serafina –familiarmente Fina– cayó postrada por la parálisis.
A fin de mortificar todavía más su carne, evitando de tal suerte las tentaciones que en su estado y a su edad hubieran sido en extremo peligrosas, la niña rogó que se la acostara en una dura tabla de madera, de la que nunca más volvió a levantarse.
Con el tiempo, su cuerpo comenzó a adherirse a la madera y, lógicamente, a despedir un hedor insoportable, pero así y todo el demonio intentaba acabar con su pureza de alma, presentándose con la forma de una tentadora serpiente, a la que Fina conseguía conjurar mediante la señal de la cruz.
Su piedad fue casi insuperable y no se le escuchaba emitir un
gemido cuando las ratas roían las múltiples llagas que presentaba su martirizado cuerpo. Finalmente Dios acudió en su auxilio y por medio de Gregorio Magno –en espíritu, ya que el Papa Santo había fallecido 600 años antes– anunció a la niña que moriría durante su próximo cumpleaños.El obsequio puede parecer extravagante, y si bien el Señor obra de manera misteriosa y no nos es dado interpretar sus designios, está claro que la de la desdichada niña ya no era vida que mereciera vivirse.
Fue así que el día señalado las campanas empezaron a tocar por su cuenta, el hedor de Fina se convirtió en fragancia maravillosa y de la tabla putrefacta brotaron violetas, conformando un blando lecho para el descanso eterno de su cuerpo, ya sin vida.
Patrona de San Giminiano, en Toscana, junto al sepulcro de Fina y su tabla sanaron muchos enfermos.


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