miércoles, 24 de julio de 2013

25 de julio

Santiago el Mayor



Apóstol



Llamado también Jaime, Yago, Diego, Jacobo, Santi o El Gallego sin Cabeza, Santiago el Mayor era hermano de Juan Evangelista e hijo de Zebedeo y de María Salomé, que no tenía la menor relación con la strip-teaser que provocó la muerte de Juan el Bautista. Por el contrario, esta María Salomé era hija de santa Ana, la abuela de Jesús, de donde resulta fácil concluir que nuestro santo y el Redentor eran primos hermanos.
La principal característica de Santiago era el vigor con que predicaba, capaz de atemorizar a los malvados y avivar el ánimo de los indolentes, razón por la cual su primo lo llamaba “Hijo del trueno”.
Tras la muerte de Jesús, Santiago deambuló primero por Judea y Samaria, desde donde se trasladó hasta España. Un largo viaje para nada, ya que sólo consiguió convertir a siete infieles, aunque otras crónicas aseguran que se trató de apenas uno. Luego de este fracaso regresó a Judea para ser decapitado por Herodes Agripa.
Sus discípulos dieron con el cadáver y se embarcaron hasta Galicia, lo cual suena más que extravagante habida cuenta de que se trataba de un viaje tan inútil y largo como peligroso, particularmente porque lo hicieron abordo de un barco de piedra –lo que de por sí puede considerarse su primer milagro–, y tras innumerables aventuras, acabaron sepultando el cuerpo en Compostela. Es una notable paradoja que no habiendo podido convertir ni una decena de gallegos, nuestro santo acabara convirtiendo Compostela en el principal destino turístico de la cristiandad luego de Tierra Santa.
Es que fue pródigo en milagros. En cierta oportunidad un príncipe gallego que se aproximó a las reliquias sagradas se vio de pronto cubierto de caparazones de moluscos. En ese momento una voz le dijo desde lo alto que en memoria de las virtudes de Santiago, todos los peregrinos debían llevar una conchilla, lo que desde entonces hacen todos los peregrinos sin que se sepa para qué.
En el año 844 condujo a la victoria a las fuerzas de la fe contra un ejército de sarracenos y en el año 1020, un alemán y su hijo peregrinaron a Santiago. En Tolosa, un posadero los emborrachó e introdujo un vaso de plata en su equipaje. Cuando al día siguiente los alemanes reanudaron la marcha, corrió tras ellos y los acusó de haberle robado. Se originó el tumulto y, registrado el costal, el populacho decidió que todas las pertenencias de los peregrinos fueran entregadas al posadero y que uno de los supuestos ladrones fuera ahorcado. El padre quería morir por el hijo y el hijo por el padre; finalmente fue el hijo el destinado a la horca.
El padre visitó el sepulcro de Santiago y al cabo de treinta y seis días regresó y permaneció bajo la horca, de la aún pendía el cadáver. De repente, éste empezó a hablar: “Padre, Santiago me ha mantenido con vida y me ha dado alimento celestial”.
El alemán, no cabiendo en sí de alegría, corrió a la ciudad y la gente afluyó en masa a la horca. Descolgaron al joven, que estaba incólume, y en su lugar colgaron cristianamente al posadero.
Patrono de Portugal, España, Chile, Coimbra, Compostela, La Haya, Santiago del Estero, Hannover, es protector de los farmacéuticos, sombrereros, cargadores, tejedores, guerreros, peregrinos y caballeros. Útil para cerrar España, es invocado contra el reumatismo y resulta de gran ayuda para fomentar la maduración de las manzanas y derrotar a los sarracenos

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