23 de febrero
Romana
Virgen, m. hacia
324
Oriunda de la
ciudad de Todi, hija de Calfurnio, gobernador de Roma, abrazó apasionadamente la
fe en Cristo y se juramentó a vivir en la oración y alejada de las tentaciones.
Bautizada un 23 de febrero por el papa san Silvestre, pasó su vida dentro de
una caverna, no por haberse dedicado a la espeleología sino por amor a Dios, al
silencio y a la soledad.
Murió santamente y fue sepultada en la misma cueva que había
transformado en su hogar, donde los fieles construyeron un altar y le celebraron
infinidad de misas que ella retribuyó propiciando no menos cantidad de milagros.
En 1301 su cuerpo fue trasladado a la iglesia de san Fortunato, pero
ya nada fue igual.
Comparte su día con Lázaro de Constantinopla, monje pintor nacido en Georgia que iluminó tanto y tan abundantemente las galerías los monasterios de la época, que los iconoclastas le quemaron las palmas de las manos.
Comparte su día con Lázaro de Constantinopla, monje pintor nacido en Georgia que iluminó tanto y tan abundantemente las galerías los monasterios de la época, que los iconoclastas le quemaron las palmas de las manos.
Santo remedio.
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