domingo, 16 de febrero de 2014

16 de febrero

Juliana de Nicomedia



Virgen y mártir, m. hacia 305

Joven turca que, convertida al cristianismo, descolló por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe. Hija de una tan ilustre como pagana familia de Nicomedia, no sólo se había convertido en secreto sino que se entregó a Jesucristo y juró conservarse virgen sólo para Él. Fue así que cuando el joven senador Eluzo pretendió casarse con ella, luego de algunos dimes y diretes, excusas y dilaciones, la verdad terminó saliendo a la luz. Martirizada y decapitada por los romanos, su vida ha sido llevada al cine y sus cenizas a Nápoles.
Comparte su día con Macario, Antimo, Maruto y Onésimo.
Con un nombre que significa “útil”, el esclavo Onésimo sirvió nada menos que para que su dueño Filemón pasara a la posteridad.
Huía de la justicia después de haber robado a su amo cuando tropezó con san Pablo, por entonces prisionero en Roma. El apóstol lo bautizó, enviándolo a casa de Filemón con una carta de recomendación. Filemón, que era cristiano, lo perdonó, le dio la libertad y le ordenó ponerse al servicio de san Pablo.
Según cuenta san Jerónimo, Onésimo fue muy útil también a Pablo, llegando a ser predicador como su nuevo amo y hasta obispo en Efeso. Hecho prisionero, fue llevado de regreso a Roma donde murió lapidado.
Es patrono de los sirvientes, a quienes sirve de inspiración para prestar grandes servicios a sus amos.

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