30 de diciembre
Sabino
Obispo, m. hacia
303
Culpable de
pulverizar una estatua de Júpiter mediante la oración, el prefecto Venustiano
ordenó cortarle las manos y torturó hasta la muerte a los diáconos Exuperancio y
Marcelo.
Arrojado
sangrando en un calabozo, devolvió la vista a un niña ciega que por oscuros
motivos había sido llevada hasta ahí por su madre.
Al enterarse del
milagro, Venustiano, que padecía de una dolorosa enfermedad ocular, hizo llevar
a Sabino a su casa. Sabino le impartió la enseñanza de la Verdadera Fe, extendió sus
muñones sangrantes y Venustiano quedó liberado de su dolencia.
El emperador
Maximiano ordenó que Venustiano y toda su familia fueran decapitados y Sabino
flagelado hasta morir.
Sabino no curó más
a nadie, pero Venustiano y toda su familia fueron canonizados junto a Exuperancio
y Marcelo, que no han de sentirse muy cómodos compartiendo el día junto a su
asesino. Pero entre todos protegen a Asís, Femo, Siena y Spoleto.
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