25 de septiembre
Georgia
Virgen, m. hacia 600
Poco se sabe de ella, excepto que los
campesinos de Auvergne veneran su memoria desde que fue canonizada en forma
harto inusual por una bandada de palomas.
Ocurrió que la devota muchacha se había
retirado de Clermont a un pequeño pueblo a fin de pasar su vida en oración sin
ser fastidiada por hombres, actividades sociales ni tentaciones pecaminosas,
hasta morir sin que se supiera que hubiera hecho nada más notable que rezar y
rezar, como si fuera poco.
Luego de su muerte fue trasladada hasta su
tierra natal en un solemne cortejo fúnebre, tal como solían ser trasladados
todos los muertos, pero sucedió entonces que una inmensa bandada de palomas voló
por encima del féretro, siguiéndolo hasta donde fuera que lo llevaran que, como
no podía ser de otra manera, resultó ser el cementerio de la iglesia del lugar.
Las palomas se posaron entonces sobre el
tejado del templo, esperando que terminara el oficio. Inmediatamente después
alzaron
vuelo y desaparecieron en el cielo ante los azorados ojos de los
campesinos, convencidos de que no se trataba de vulgares palomas sino de ángeles
que querían dar fe de la santidad de la desconocida muchacha, la que, como no
podía ser de otra manera, era virgen.
Desde entones se la invoca mucho el
aniversario de su muerte y, por esas cosas de los distintos almanaques que nos
ha dado el Señor, también los 15 de
febrero y los 11 de marzo.
Comparte uno de sus días con Baldovino Eucarpio,
Anacario y Cleofás, uno de los tantos judíos que simpatizaba con el movimiento
desencadenado por Jesús que, desesperado por el fracaso del Gólgota, abrió su
corazón al primer desconocido que lo acompañó hasta Emaús hasta que, en una
posada, reconoció al Maestro en el momento en que el que repartía el pan y el
vino, pero no en cualquier momento y como vulgar mesonero, sino por última vez.
Su mujer, una de las tantas María esposas
de los tantos Cleofás de los Evangelios, acompañó a la Virgen la tarde en que Jesús
fue crucificado, también por última vez.
Se lo invoca repitiendo incesantemente, pero con mucha fe y dirigiéndose
al Señor: “Te pedimos que la intercesión de san Cleofás venga en nuestra ayuda
para que podamos vivir en el mundo de tal forma que nos sea permitido contemplar
Tu gloria, ahora y en toda la eternidad, amén”
Los errores de imágenes en casi todas las entradas de este blog si que claman a todos los santos del cielo.
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