viernes, 20 de septiembre de 2013

20 de septiembre

Eustaquio


Mártir, siglo II

Jefe supremo de los ejércitos imperiales de Trajano, durante una caería corría tras de un ciervo hasta que en medio de la cornamenta del animal vio una luminosa cruz con la imagen de Cristo.
La incomprensible visión tuvo la propiedad de salvar la vida del ciervo y de transformar al invicto general Plácido en el penitente y desdichado Eustaquio.
De ahí en más y por la Gracia de Dios, la vida de Eustaquio fue una incesante serie de infortunios. Por empezar, cuando con su familia se dirigía hacia Egipto para escapar de los efectos de una terrible hambruna, a fin de cobrarse el viaje el capitán del barco se quedó con Teopista, la hermosa mujer de Eustaquio. Trascartón, una vez desembarcado, al atravesar un yermo sus hijos le fueron arrebatados por animales salvajes. Agobiado, se empleó como siervo de un  humilde y bruto campesino, hasta que acosado por sus enemigos el emperador Trajano envió a buscar a su antiguo general.
El espíritu patriótico de Eustaquio lo llevó a aceptar la comisión y, sin saber si agradecer a los dioses paganos o al Dios Verdadero, entre los soldados recién alistados encontró a sus dos hijos, a los que creía muertos y quienes de camino hacia el campamento militar habían descubierto en una humilde campesina nada menos que a su madre, seducida, abusada y abandonada por el capitán del barco.
Sin conseguir determinar si eran éstas buenas o malas noticias, en su antigua personalidad de Plácido, Eustaquio consiguió derrotar a los enemigos del Imperio, pero quiso en Señor que el emperador ya no fuese el decadente Trajano, a quien todo le daba igual, sino el ambicioso Adriano. Empeñado en aumentar las glorias del Imperio, Adriano decidió acabar con los cristianos, descubriendo que uno de ellos era, nada menos, que su general en jefe.
De ahí a la muerte de Eustaquio y toda su familia no había más que un paso. Abrasado dentro de un toro de bronce calentado al rojo vivo, su cuerpo salió de ahí incólume, pero muerto.
A partir del tan significativo papel que los animales jugaron en su vida se piensa en él como patrono de los cazadores, guardabosques y guardias forestales.
Suena tan contradictorio como incomprensible, pero tal fue el designio del Señor, que todo lo puede




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